“El aborto elimina, cada año, millones de hijos. Destruye los corazones de millones de madres. Fomenta entre muchos una mentalidad según la cual el aborto no sería algo malo por ser tan frecuente y por estar garantizado por leyes de países democráticos. Frente a una situación así, ¿qué se puede hacer? Alguno encogerá los hombros y dirá: poco, pues la “sociedad” ya ve el aborto como algo aceptable, incluso como un derecho. Además, existen grupos de presión y asociaciones con una enorme capacidad de influjo que hacen casi imposible cualquier trabajo serio para disminuir el número de abortos en el mundo…”
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