Apostolado

Despiértales uno a uno, explicándoles -también uno a uno- que, lo mismo que tú, pueden encontrar un camino divino, sin abandonar el lugar que ocupan en la sociedad.

Empezaste con muchos bríos. Pero poco a poco te has ido achicando… Y vas a acabar metido en tu pobre caparazón, si sigues empequeñeciendo tu horizonte. -¡Cada vez has de ensanchar más tu corazón, con hambres de apostolado!: de cien almas nos interesan las cien.

Agradece al Señor la continua delicadeza, paternal y maternal, con que te trata. Tú, que siempre soñaste con grandes aventuras, te has comprometido en una empresa estupenda…, que te lleva a la santidad. Insisto: agradéceselo a Dios, con una vida de apostolado.

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