Lo que sigue es mi comentario a esta entrada del blog Tal vez el mundo es Corinto de un servidor, en Infocatólica..
El n. 222 de Evangelii Gaudium ha suscitado preguntas en varios amigos. El texto original en la edición en español dice así:
Hay una tensión bipolar entre la plenitud y el límite. La plenitud provoca la voluntad de poseerlo todo, y el límite es la pared que se nos pone delante. El «tiempo», ampliamente considerado, hace referencia a la plenitud como expresión del horizonte que se nos abre, y el momento es expresión del límite que se vive en un espacio acotado. Los ciudadanos viven en tensión entre la coyuntura del momento y la luz del tiempo, del horizonte mayor, de la utopía que nos abre al futuro como causa final que atrae. De aquí surge un primer principio para avanzar en la construcción de un pueblo: el tiempo es superior al espacio.
Reconozco que la formulación de este n. 222 es considerablemente abstracta, tal vez por fuerza de querer comprimir muchas experiencias en muy pocas palabras. El sentido creo que es este: Tendemos a asegurarnos “espacios” en los cuales podamos hacer las cosas a nuestro gusto. Pero esos pequeños espacios de dominio no reflejan la dinámica del Evangelio porque terminan llevándonos a competir con otros espacios, o a pretender asegurar lo que consideramos solamente nuestro.
Por contraste, privilegiar el “tiempo” es reconocer con humildad dos cosas: (1) que los procesos de asimilación del Evangelio son caminos que hay que recorrer, en los que a menudo no hay atajos; (2) que las cosas que nos parecen perfectamente obvias y unilaterales, luego, con el tiempo, se revelan más ricas y complejas.
Por eso la “plenitud” temporal es un horizonte que se expande, mientras que la “plenitud” espacial es sencillamente una pared contra la cual uno se estrella.