¡Qué alegría, poder decir con todas las veras de mi alma: amo a mi Madre la Iglesia santa!
¡Qué bondad la de Cristo al dejar a su Iglesia los Sacramentos! -Son remedio para cada necesidad. -Venéralos y queda, al Señor y a su Iglesia, muy agradecido.
Ten veneración y respeto por la Santa Liturgia de la Iglesia y por sus ceremonias particulares. -Cúmplelas fielmente. -¿No ves que los pobrecitos hombres necesitamos que hasta lo más grande y noble entre por los sentidos?
Canta la Iglesia -se ha dicho- porque hablar no sería bastante para su plegaria. -Tú, cristiano -y cristiano escogido-, debes aprender a cantar litúrgicamente.
¡Hay que romper a cantar!, decía un alma enamorada, después de ver las maravillas que el Señor obraba por su ministerio. -Y yo te repito el consejo: ¡canta! Que se desborde en armonías tu agradecido entusiasmo por tu Dios.