Recógete. -Busca a Dios en ti y escúchale.
Fomenta esos pensamientos nobles, esos santos deseos incipientes… -Un chispazo puede dar lugar a una hoguera.
Alma de apóstol: esa intimidad de Jesús contigo, ¡tan cerca de El, tantos años!, ¿no te dice nada?
Es verdad que a nuestro Sagrario le llamo siempre Betania… -Hazte amigo de los amigos del Maestro: Lázaro, Marta, María. -Y después ya no me preguntarás por qué llamo Betania a nuestro Sagrario.
Tú sabes que hay “consejos evangélicos”. Seguirlos es una finura de amor. -Dicen que es camino de pocos. -A veces, pienso que podría ser camino de muchos.
“Quia hic homo coepit ædificare et non potuit consummare!” -¡comenzó a edificar y no pudo terminar! Triste comentario, que, si no quieres, no se hará de ti: porque tienes todos los medios para coronar el edificio de tu santificación: la gracia de Dios y tu voluntad.