Es necesario evangelizar porque Quien hizo la obra en nosotros puede hacerlo en otros. El Señor puede hacer el cambio del pecado a la gracia, de la muerte a la vida, de sacarnos del dominio de Satanás al de Jesús.
En el primer misterio del silencio contemplamos que del costado de Cristo en la Cruz brotaron sangre y agua.
En el segundo misterio del silencio contemplamos el valor de aquellos que no eran apóstoles y sí permanecieron junto a la Cruz y cuidaron del cuerpo de Cristo muerto.
En el tercer misterio del silencio contemplamos a Jesucristo, puesto en un sepulcro nuevo.
En el cuarto misterio del silencio contemplamos a Jesús, que baja hasta el fondo del reino de la muerte, para que los justos que de antiguo esperaron en él encuentren a su Redentor.
En el quinto misterio del silencio contemplamos el anonadamiento de Cristo, que siendo Hijo aprendió sufriendo a obedecer.
En el sexto misterio del silencio contemplamos la soledad llena de fe de la Santísima Virgen María.
En el séptimo misterio del silencio contemplamos la inmensa compasión de Dios Padre, que tanto amó al mundo que le dio a su único Hijo para que todo el que cree en él no perezca.
[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]
¿A nosotros cómo se nos nota que seguimos a Cristo? ¿El Evangelio es nuestra norma de vida? ¿Las palabras y el ejemplo del Señor son lo que marcan nuestra existencia?
En el primer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, que vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron.
En el segundo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní intercediendo por nosotros los pecadores.
En el tercer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, juzgado por el sanedrín, y luego por la autoridad romana, y así condenado a muerte.
En el cuarto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, porque sus heridas nos han curado.
En el quinto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús coronado de espinas: Rey humilde y Príncipe de Paz.
En el sexto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que carga con su cruz.
En el séptimo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que muere en la Cruz.
[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]
Debemos entender que la batalla en la que estamos no es contra las personas sino contra los demonios. Nuestra lucha es espiritual por ello: necesitamos la fuerza, el auxilio y la unción del Espíritu Santo para lograr la victoria.