Fray Nelson, nos habla de conocer la verdad de uno mismo y ser real y honesto con esa verdad para no vivir de apariencias. Entonces cuando en el fondo de mi corazón siento contestar a alguien con una grosería, ¿no estoy siendo deshonesto si más bien contesto con palabras amables? Para no vivir de “apariencia” ¿no debería soltar la grosería en vez de aparentar que soy santo y controlado? — R.C.
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Es una buena pregunta. Posiblemente surge de la confusión entre la espontaneidad y la sinceridad. En nuestro tiempo suele pensarse que ser más espontáneo (hablar “sin filtro”) significa también ser más sincero.
Otro error relacionado está en creer que los sentimientos son más auténticos que las ideas o las convicciones. Si, por ejemplo, siento ira, alguien podría pensar que mi ira es mi “verdadero” ser (por lo menos en ese momento) y que tratar de entrar en razón le quitaría “autenticidad” a lo que soy.
Una mirada más completa e integral al ser humano nos hace ver que somos sentimiento y emoción pero también inteligencia, discernimiento y sabiduría. Así como es falso negar que se siente ira, por dar un ejemplo, sería negar la naturaleza humana si entonces uno procede a reprimir la capacidad de razonar, ver consecuencias o discernir. Es en el conjunto de todo lo que somos donde reside nuestra verdad y donde se vence por completo la apariencia.
Según todo esto, soltar la grosería no es sinceridad ni autenticidad sino dejarse llevar por una visión mutilada, incompleta, del ser humano.