Jesús Señor Nuestro amó tanto a los hombres, que se encarnó, tomó nuestra naturaleza y vivió en contacto diario con pobres y ricos, con justos y pecadores, con jóvenes y viejos, con gentiles y judíos. Dialogó constantemente con todos: con los que le querían bien, y con los que sólo buscaban el modo de retorcer sus palabras, para condenarle. -Procura tú comportarte como el Señor.
El amor a las almas, por Dios, nos hace querer a todos, comprender, disculpar, perdonar… Debemos tener un amor que cubra la multitud de las deficiencias de las miserias humanas. Debemos tener una caridad maravillosa, »veritatem facientes in caritate», defendiendo la verdad, sin herir.
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