“Debemos redescubrir el significado primordial y simple de la encarnación del Verbo, más allá de todas las explicaciones teológicas y los dogmas construidos sobre ella. ¡Dios vino a morar entre nosotros! Quiso hacer de este acontecimiento su propio nombre: Enmanuel, Dios con nosotros. Lo que Isaías había profetizado: «He aquí que la virgen concebirá y dará a luz a un hijo, que llamará Enmanuel» (Is 7,14) se ha convertido en un hecho realizado…”
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