“San José me da una palabra que nace de su silencio interior, una palabra cargada de gracia, portadora de vida, que realmente me llega, que lo que yo buscaba él me lo dice, y que eso que él me dice desde fuera yo veo interiormente que sí, que realmente me toca (como lo que dice San Agustín en De Magistro, en plan platónico: “conocer es recordar”). Como es santo, me dice lo que está en mí no explícito, lo que mi alma busca sin saberlo. Dicen que San Juan de Ávila cuando predicaba tocaba a la gente de tal manera que algunos salían gritando. Les llegaba al interior,porque rezaba, porque ayunaba y porque era un hombre santo, y, por eso mismo, la palabra de verdad del Espíritu Santo le era conocida…”
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