Otros misioneros jesuitas mártires
Fueron 331 los jesuitas que en este siglo misionaron en la Nueva Francia -es decir, en regiones del Canadá y de Luisiana-. Y de ellos, muchos de los que se adentraron con los indios perdieron la vida. Concretamente, 32 jesuitas misioneros sucumbieron de muerte violenta, martirizados o víctimas de la caridad.
Santo mártir Antonio Daniel. -Nacido en Dieppe, en 1601, en 1621 estuvo en el noviciado jesuita de Rouen, y ya ordenado, fue destinado a la misión de los hurones. Llegó a Quebec en 1633 y participó en numerosas entradas misioneras entre los indios. Tenía una gracia especial para los niños. En el gran alzamiento iroqués de 1648 se hallaba en San José, una pequeña misión. Estaba celebrando misa cuando llegó el griterío de los iroqueses que se acercaban. Se quitó los ornamentos sagrados, bautizó por aspersión rápidamente al grupo de hurones que eran catecúmenos, facilitó su huída por una puerta trasera, y salió al encuentro de los iroqueses con una gran cruz alzada que tomó del altar. Abrazado a la cruz, murió atravesado por innumerables flechas.
Santos mártires Carlos Garnier y Natalio Chabanel. -Ambos jesuitas misionaron la tribu de los tabaqueros, y en la misión de San Juan Bautista, junto a la bahía de Nottawasaga, y fue allí donde hicieron a Dios la ofrenda de sus vidas y de sus muertes.
San Carlos Garnier nació en París, de familia distinguida, en 1606, entró en el noviciado con 18 años, y llegó al Canadá en 1636. Atractivo y bondadoso, de buen carácter, él decía que la Virgen María le había llevado en sus brazos hasta conducirlo a la Compañía de su Hijo Jesús. Fue muy querido por los indios.
San Natalio Chabanel, su compañero, era muy distinto. Nacido en 1613, acogió con esfuerzo, siendo profesor jesuita de filosofía y retórica, la orden de partir a misiones en 1643. Seis años pasó entre los hurones sufriendo una gran desolación interior, y sintiéndose un fracasado. Para vencer sus persistentes tentaciones de abandono, el Señor le inspiró hacer un voto heroico: permanecer hasta su muerte en la misión de los hurones. Ahí se acabaron sus dudas y desgarramientos interiores.
Por lo demás, no iba a durar mucho el tiempo de su prueba. El 6 de diciembre de 1649 recibe mandato de ir a la isla de San José, a donde se dirige acompañado por un grupo de indios, dejando sólo al padre Garnier en la misión de San Juan Bautista. Al día siguiente los iroqueses invaden la aldea y hieren de un tiro al padre Garnier mientras celebraba misa. Cuando se arrastraba para auxiliar a un moribundo, un indio le remató de dos hachazos en las sienes. A la expedición del padre Chabanel llegó el eco de la victoria de los iroqueses sobre los tabaqueros. Y uno de los hurones de su grupo lo mató, atribuyendo los males que estaban sufriendo a la presencia de los misioneros.
El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.