“Aquellos cristianos que por Dios son elegidos, llamados, consagrados y enviados deben ser santos, ante todo porque mediante el Orden sagrado han sido «configurados de un nuevo modo» a Cristo (PO 12), para re-presentarlo ante los hombres de todos los siglos. Y Él es «nuestro sumo Sacerdote: santo, inocente, inmaculado» (Heb 7,26). Sin la debida santidad, la re-presentación de Cristo resulta una caricatura, una falsificación, un engaño…”
Haz clic aquí!