Estás lleno de preocupación porque no amas como debes. Te fastidia todo. Y el enemigo hace lo que puede para que tu mal genio salga a relucir. -Comprendo que estés muy humillado, y precisamente por esto has de reaccionar con eficacia y sin demora.
No es verdadera santidad -será, en el mejor de los casos, su caricatura- aquélla que obliga a pensar que “para aguantar a un santo, se necesitan dos santos”.
Di despacio, con ánimo sincero: «nunc coepi!» -¡ahora comienzo! No te desanimes si, desgraciadamente, no ves en ti la mudanza, efecto de la diestra del Señor…: desde la bajeza tuya, puedes gritar: ¡ayúdame, Jesús mío, porque quiero cumplir tu Voluntad…, tu amabilísima Voluntad!