Te falta fe…, y te falta amor. Si no, acudirías inmediatamente y con más frecuencia a Jesús, pidiéndole por esto y por lo otro. -No esperes más, invócale, y oirás que Cristo te habla: “¿qué quieres que te haga?”, como atendió a aquel cieguecito que, desde la vera del camino, no se cansó de insistir.