Padre> Un sacerdote que inicia una Misa en que abiertamente se pronuncia a favor de esos “derechos” (del lobby arcoiris) y otras prácticas contrarias a la Misa, o sea, abogando por eso y celebrando la Misa con esta clara intención, ¿esa “misa” es válida? La comunión ¿es un sacramento real? Si uno como católico va a la misa con la intención de renunciar al pecado (como debe ser) y el sacerdote la celebra con la intención de promover el pecado de manera abierta y directa, que derechos, si alguno, tiene el laico ante esta situación. Obvio. Que se que lo primero, es expresar ante las “autoridades” el abuso. Pero, si el Obispo (que parece que los hay) no actúan. Que derechos o mecanismos existen para confrontar esta situación basados en el derecho canónico que no sea mudarme de parroquia. –E.A.Q.
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Sobre la VALIDEZ de la Santa Misa la Iglesia ha dado criterios bastante claros. Una Misa es “válida” si en ella realmente sucede la consagración del Cuerpo y Sangre de Cristo. Y la consagración realmente sucede si y sólo si el sacerdote que preside tiene intención de hacer lo que hace la Iglesia con este sacramento. Es decir que la validez simplemente significa que Cristo se hace realmente presente por ministerio del sacerdote.
De modo que una misa puede ser plenamente válida en circunstancias muy bellas o muy terribles. Alguien decía: como Cristo en su Pasión, así también Cristo en la Eucaristía está literalmente “en nuestras manos” para ser honrado y adorado, como Él realmente merece, o para ser ofendido y calumniado, como a veces sucede, y como parece ser el caso que tú describes.
¿Qué hacer frente a tales abusos? Hay toda una escala de acciones: (1) el diálogo y corrección fraterna con el mismo sacerdote, en un contexto de respeto, privacidad y serenidad; (2) un diálogo más amplio, quizás con un mayor número de fieles que tengan la misma opinión sustentada, argumentada; (3) Comunicación escrita al obispo del lugar, indicando los pasos que se han dado y las razones de preocupación; (4) Diálogo personal con el mismo obispo, presentando las razones y lo que todo esto implica para la fe y las familias; (5) Correspondencia y diálogo con otros obispos que se puede creer que sostienen la fe católica íntegra, en esperanza de abrir diálogo entre ellos; (6) Comunicación formal a la Congregación para la Doctrina de la Fe, indicando todos los pasos que se han dado, con copia de los documentos que avalen lo que se dice; (7) Diálogo con diversos obispos y arzobispos para intentar hacer seguimiento al proceso ante la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Todo el proceso hay que acompañarlo de estudio, oración y en la medida de lo posible, obras de caridad y penitencia. Y nadie está obligado a asistir a una celebración eucarística que aunque sea válida, termina por volverse en un espectáculo de ofensa a Nuestro Señor.