Si has sido elegido, llamado por el Amor de Dios, para seguirle, tienes obligación de responderle…, y tienes también el deber, no menos fuerte, de conducir, de contribuir a la santidad y al buen caminar de tus hermanos los hombres. ¡Cuándo te decidirás…! Muchos, a tu alrededor, llevan una vida sacrificada por un motivo simplemente humano; no se acuerdan esas pobres criaturas de que son hijos de Dios, y se conducen así quizá sólo por soberbia, por destacar, por conseguir una vida futura más cómoda: ¡se abstienen de todo! Y tú, que tienes el dulce peso de la Iglesia, de los tuyos, de tus colegas y amigos, motivos por los que merece la pena gastarse, ¿qué haces?, ¿con qué sentido de responsabilidad reaccionas?