“Tengamos en cuenta que para que la contrición sea real es necesario que sea interior, que salga de las profundidades del corazón; no debe ser una simple fórmula, formulada sin reflexión. Tampoco es necesario mostrarla con suspiros o lágrimas, etc. Todas estas demostraciones pueden ser indicadores, pero no son la esencia de la contrición. Ésta reside en el alma y en la voluntad determinada de huir del pecado y de volver a Dios…”
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