Si la Iglesia habla en contra de la magia, ¿por qué la devoción a los Reyes Magos? — C.M.
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La palabra “mago” ha tenido diversos sentidos a lo largo de la historia. En el texto griego de San Mateo, a aquellos personajes se les llama “magoi,” que luego fueron traducidos al latín como “Magi” por la Biblia Vulgata.
Para nosotros un “mago” es una persona que realiza cosas asombrosas, de difícil explicación, que suponen alguna forma de truco, o de uso hábil de las manos, o del discurso que entretiene a un auditorio. Evidentemente los “magos” de los que habla la Biblia no eran esa clase de personas.
La misma Sagrada Escritura nos dice que eran personas que miraban los cielos y seguían el curso de las estrellas: algo así como una combinación de astrónomos estudiosos y de hábiles astrólogos, que creían que los destinos de la tierra estaban regidos o descritos por lo que se podía ver en los cielos.
Cuando la Iglesia habla en contra de las prácticas mágicas se refiere a algo totalmente distinto, es decir, el cultivo de la superstición, los agüeros, o peor aún: la invocación de fuerzas oscuras, como en el caso de la brujería.
Los “reyes magos” no eran entonces propiamente hechiceros, chamanes o magos en el sentido actual de la palabra. Parece que se trataba de gente de estudio, eran buscadores de la verdad, dispuestos a someterse a las penalidades de largos viajes y grandes incertidumbres por ser fieles a su búsqueda y su camino. Es llamativo por ejemplo que cuando llegan donde el Mesías no llegan a pedir sino a adorar y dar su tributo. En ese sentido, son un gran ejemplo para nosotros.