LA GRACIA 2024/01/04 La Navidad tiene una dimensión misionera

¿Qué calidad de Navidad estás teniendo? ¿A quién sientes que debes compartirle la Buena Noticia de Jesús? ¿Estás preparado para cualquier respuesta?

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LA GRACIA 2023/12/25 ¿Por qué está Jesús en esta tierra?

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Jesús está en esta tierra solo por misericordia. Él está buscándonos, por eso ha venido, Él ha venido por nosotros, todo lo soportó y todo lo soportará por nosotros.

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LA GRACIA 2023/01/02 ¿Está Jesús Niño en tu casa?

En Navidad hagamos de Jesucristo el verdaderamente conocido a través de imágenes sencillas, de la proclamación de la Palabra de Dios, de la visita al Santísimo.

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LA GRACIA 2022/12/25 Lo que celebramos en Navidad

SOLEMNIDAD DE NAVIDAD

En Navidad celebramos que en Jesucristo somos hechos de nuevo, que Él es verdadero Dios y que su gloria en este mundo nos prepara para nuestra verdadera casa en el cielo.

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LA GRACIA 2022/12/18 Con corazón de padre

DOMINGO IV DE ADVIENTO, CICLO A

En Navidad es bueno dirigir nuestra mirada a San José, agradecer su lugar en la historia de amor que es la llegada de Jesús a la tierra y pedirle a él que interceda por nuestros hogares.

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Caminar por senderos de paz: Mensaje del Papa Francisco en Navidad

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!

La Palabra de Dios, que ha creado el mundo y da sentido a la historia y al camino del hombre, se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. Apareció como un susurro, como el murmullo de una brisa ligera, para colmar de asombro el corazón de todo hombre y mujer que se abre al misterio.

El Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo. Porque Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es diálogo, eterna e infinita comunión de amor y de vida.

Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó en sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo con confianza y esperanza.

Hermanas, hermanos, «qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades» (Carta enc. Fratelli tutti, 198). En este tiempo de pandemia nos damos cuenta de esto todavía más. Se pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar. También en el ámbito internacional existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero son estos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos.

En efecto, mientras el anuncio del nacimiento del Salvador, fuente de la verdadera paz, resuena a nuestro alrededor y en el mundo entero, vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones. Parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos. Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas.

Pensemos en el pueblo sirio, que desde hace más de un decenio vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados. Miremos a Irak, que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse. Escuchemos el grito de los niños que se alza desde Yemen, donde una enorme tragedia, olvidada por todos, se está perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada día.

Recordemos las continuas tensiones entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores. No nos olvidemos de Belén, el lugar en el que Jesús vio la luz, que vive tiempos difíciles, también a causa de las dificultades económicas provocadas por la pandemia, que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa, con efectos negativos en la vida de la población. Pensemos en el Líbano, que sufre una crisis sin precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes.

Pero he aquí, en medio de la noche, el signo de esperanza. Hoy «el amor que mueve el sol y las otras estrellas» (Paraíso, XXXIII, 145), como dice Dante, se hizo carne. Vino en forma humana, compartió nuestros dramas y rompió el muro de nuestra indiferencia. En el frío de la noche extiende sus pequeños brazos hacia nosotros, está necesitado de todo, pero viene a darnos todo. A Él pidámosle la fuerza de abrirnos al diálogo. En este día de fiesta le imploramos que suscite en nuestros corazones anhelos de reconciliación y de fraternidad. A Él dirijamos nuestra súplica.

Niño Jesús, concede paz y concordia a Oriente Medio y al mundo entero. Sostén a todos los que están comprometidos en la asistencia humanitaria a las poblaciones que se ven forzadas a huir de su patria; consuela al pueblo afgano, que desde hace más de cuarenta años es duramente probado por conflictos que obligan a muchos a dejar el país.

Rey de las naciones, ayuda a las autoridades políticas a pacificar las sociedades devastadas por tensiones y conflictos. Sostén al pueblo de Myanmar, donde la intolerancia y la violencia también golpean frecuentemente a la comunidad cristiana y los lugares de culto, y opacan el rostro pacífico de sus gentes.

Sé luz y sostén para quienes creen y trabajan en favor del encuentro y del diálogo, yendo incluso contra corriente, y no permitas que se propaguen en Ucrania las metástasis de un conflicto gangrenoso.

Príncipe de la Paz, asiste a Etiopía para que vuelva a encontrar el camino de la reconciliación y la paz a través de un debate sincero, que ponga las exigencias de la población en primer lugar. Escucha el grito de los pueblos de la región del Sáhel, que padecen la violencia del terrorismo internacional. Dirige tu mirada a los pueblos de los países del Norte de África que sufren a causa de las divisiones, el desempleo y la desigualdad económica, y alivia los sufrimientos de muchos hermanos y hermanas que sufren por los conflictos internos de Sudán y Sudán del Sur.

Haz que en los corazones de los pueblos del continente americano prevalezcan los valores de la solidaridad, la reconciliación y la pacífica convivencia, a través del diálogo, el respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos.

Hijo de Dios, conforta a las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia. Ofrece esperanza a los niños y a los adolescentes víctimas de intimidación y de abusos. Da consuelo y afecto a los ancianos, sobre todo a los que se encuentran más solos. Concede serenidad y unidad a las familias, lugar primordial para la educación y base del tejido social.

Dios con nosotros, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres. Recompensa a todos los que demuestran responsabilidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles.

Niño de Belén, permite que los prisioneros de guerra, civiles y militares, de los conflictos recientes, y quienes están encarcelados por razones políticas puedan volver pronto a sus hogares. No nos dejes indiferentes ante el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los refugiados. «Sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas» [Discurso en el Centro de acogida e identificación de Mitilene (5 diciembre 2021).].

Verbo eterno que te has hecho carne, haznos diligentes hacia nuestra casa común, que también sufre por la negligencia con la que frecuentemente la tratamos, y motiva a las autoridades políticas a llegar a acuerdos eficaces para que las próximas generaciones puedan vivir en un ambiente respetuoso para la vida.

Queridos hermanos y hermanas:

Muchas son las dificultades de nuestro tiempo, pero más fuerte es la esperanza, porque «un niño nos ha nacido» (Is 9,5). Él es la Palabra de Dios y se ha hecho un infante, sólo capaz de llorar y necesitado de todo. Ha querido aprender a hablar, como cada niño, para que aprendiésemos a escuchar a Dios, nuestro Padre, a escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas. Oh Cristo, nacido por nosotros, enséñanos a caminar contigo por los senderos de la paz.

¡Feliz Navidad a todos!

Jesús nace en medio de la noche

Jesús nace en medio de la noche.

Era de noche, en más de un sentido, aquella vez.

Noche de la tierra, privada de la luz del sol; noche del pecador, lejos de la claridad de la gracia; noche del egoísmo, que nos hace prisioneros de horribles mazmorras a todos; noche del miedo ante el imperio homicida que se endiosa a precio de sangre humana.

Jesús nace en medio de la noche.

Las voces de los ángeles rompen la serenidad de la campiña, y los pastores se ven rodeados de un gozo inesperado, inusitado, inexplicable. La gloria del cielo visita la tierra: una tierra ennegrecida por las huellas del mal y de la ignorancia. No le pareció mal a Dios que el esplendor angelical bañara con su luz al lodo de tantas injusticias, tantas torpezas, tantos engaños, tantas impurezas.

Jesús nace en medio de la noche.

¿Qué está “de noche” en mí? ¿Cuál es la “noche” de mi familia, de mi país, de mi generación? ¿Y en dónde y cómo va amaneciendo la gracia?

El amor de María, la diligencia de José, el resplandor de la estrella, la adoración de los pastores, el peregrinar de los magos de Oriente: Dios siempre regala señales que alivian la noche, que consuelan durante la noche, que son capaces de vencer a la noche. No critiques más a la noche, que así no la alumbras; no maldigas la noche, porque se te entra en el alma; no lamentes la noche, porque el eco de tu lamento te atrapará hasta asfixiarte. Mira, en cambio las señales de luz; bendice las señales, agradece las señales, y vence la noche.

¡Feliz Navidad 2021!

LA GRACIA 2021/12/24 Lo grande de la Navidad es la visita de Dios

Recordemos que el mayor regalo y lo fundamental es la visita del amor de Dios en Cristo, que no tenga Él que quejarse de nosotros como se quejó de Jerusalén diciendo: “No reconociste el tiempo de mi visita”.

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¿Por qué les fastidia la Navidad?

En un movimiento que se quiso pretender como “tolerante” la ministra de igualdad de la Unión Europea Recomendó que no se dijera “Feliz Navidad” sino algo más neutro como “Felices Fiestas.” No es la primera vez que escuchamos una propuesta semejante: Barack Obama siguió ese misma estilo en las comunicaciones oficiales de la Casa Blanca. El argumento siempre es el mismo, que se resume en: No queremos incomodar a quienes no celebran el nacimiento de Cristo.

Lo primero que uno podría preguntar es: ¿Importa incomodar a quienes sí celebramos el nacimiento del Hijo de Dios? Supongamos que llega una celebración civil, como es el 1° de Mayo en muchos países. ¿Es imaginable un mensaje oficial del 1° de Mayo que no diga nada sobre el trabajo, los trabajadores y lo que esto implica para la justicia social en un país? ¿Qué tal un presidente que el 1° de Mayo dijera en su discurso que es maravilloso hacer una pausa, tomar aire puro y ver un poco de naturaleza, sin mencionar nada del motivo y origen de la festividad?

No traten entonces de confundirnos. Esto no es tolerancia. Es fastidio. Y es parte de una agenda muy clara que quiere hacer desaparecer lo cristiano de la esfera pública. Muchos haremos todo lo que esté en nuestro poder para que eso no suceda.

Y Feliz Navidad.

La estrella de Belén

Padre Medina: Mucho se habló sobre la estrella de Belén, para referirse a la conjunción visual de los planetas Júpiter y Saturno, en diciembre pasado. Pero ya hablando seriamente y con Biblia en mano, ¿qué se puede decir de la Estrella de la que hablan los Evangelios? — L.J.

* * *

Comenta el periódico ABC, en un artículo dedicado al asunto:

Desde un punto de vista puramente astronómico, existen cuatro posibilidades para explicar la estrella de Belén. La primera es que se tratara de un meteorito, pero es muy poco probable debido al hecho de que los meteoritos, que se convierten en una bola de fuego al entrar en la atmósfera, apenas si duran unos segundos antes de desaparecer, y la estrella de Belén brilló durante semanas enteras.

La segunda posibilidad es que fuera un cometa, objetos que, esta vez sí, pueden brillar en el cielo incluso durante meses. Sin embargo, el más espectacular de todos los cometas conocidos, el Halley, cuya órbita le trae cerca de la Tierra cada 76 años y que fue visto por última vez en 1986, fue visible en Judea durante los meses de agosto y septiembre del año 11 DC, lo que no coincide con las fechas del nacimiento de Jesús. Por supuesto, pudo tratarse de otro cometa, uno que pasó entonces y que por el momento no ha regresado, pero eso es algo de lo que nunca podremos estar seguros.

Además, en la antiguedad los cometas eran vistos como señales que anunciaban muerte y destrucción, y no como heraldos del nacimiento de un rey o de un dios. Los romanos, por ejemplo, marcaron la muerte del general Agrippa usando la aparición del Halley en el 11 DC.

Otra posible explicación, la tercera, es que lo que vieron los Magos fue la muerte violenta de una estrella. Y eso nos lleva a dos posibilidades diferentes: una nova o una supernova. En el primer caso, es la forma (una explosión termonuclear) en que una estrella se libera, de golpe, de una excesiva acumulación de hidrógeno en su superficie.

Es muy espectacular, si la estrella está lo suficientemente cerca, y su aparición tiene lugar de forma impredecible y en cualquier momento. Las más brillantes aparecen de repente, sin previo aviso, como una nueva y espectacular luz en el cielo. Su brillo, tras algunos días, o incluso semanas, se va atenuando hasta desaparecer por completo.

Como media, se produce una nova visible desde nuestro planeta una vez cada veinte años (la última fue en el año 1975), por lo que nada impide que fuera éste, y no otro, el fenómeno visto en Judea or los tres Magos de Oriente.

Mucho más espectacular, aunque menos frecuente de ver, es una supernova, la explosión catastrófica de toda una estrella que llega a su final y cuyo brillo eclipsa incluso al de toda la galaxia que la contiene. En el momento de la explosion, una supernova puede ser vista incluso a plena luz del día, y su brillo más intenso puede durar meses antes de empezar a decrecer.

Durante los últimos mil años, la Humanidad ha sido testigo de cuatro supernovas, en los años 1006, 1054, 1572 y 1604. En todos los casos, los cronistas de cada época se refirieron profusamente al fenómeno. Los chinos, por ejemplo, refieren que la supernova del año 1054 fue visible durante dos meses incluso a plena luz del día.

La pega es que no existe en la época del nacimiento de Jesús ninguna referencia definitiva sobre la súbita aparición de una luz especialmente intensa en el cielo. Si sucedió, nadie, en ninguna cultura, documentó el hecho, lo cual parece indicar que debemos buscar la solución en alguna otra parte. Algunos textos chinos hablan de una posible nova en la primavera del año 5 DC, pero se refieren a ella como a un fenómeno de poca importancia y de escasa, o ninguna, espectacularidad.

La última (y quizá la más probable) explicación es la posibilidad de que los tres Magos fueran testigos de una conjunción planetaria especialmente brillante, tanto como para hacerles creer que se trataba de una nueva estrella. Pero ¿Hubo alguna conjunción planetaria de este tipo entre los años 7 y 2 AC? La respuesta es que sí. Los astrónomos han determinado que, en ese intervalo temporal, se produjeron varios fenómenos planetarios que podrían haber sido interpretados como la estrella de Belén.

El primero de ellos fue en el año 6 AC, se produjo entre los planetas Marte, Júpiter y Saturno y sucedió en la constelación de Piscis. Los tres mundos formaron una brillante figura geométrica en el cielo que debió de ser de gran belleza y capaz de llamar la atención de cualquiera. Otra posibilidad es la “triple conjunción” de Júpiter y Saturno entre los meses de mayo y diciembre del año 7 AC. Los “pasos” de Júpiter sobre Saturno se produjeron el 29 de mayo, el 30 de septiembre y el 5 de diciembre de ese año.

No cabe duda de que todos estos eventos fueron perfectamente visibles, ya que sucedieron en la cara nocturna de la Tierra. Los dos planetas, además, brillaron el uno muy cerca del otro durante ocho largos meses, el tiempo que se estima necesario para que los Reyes Magos cubrieran los cerca de mil km. de distancia entre Babilonia y Judea.

Sin embargo, la que seguramente fue la más brillante de las conjunciones planetarias de esa época fue la que se produjo entre Venus y Júpiter en la constelación de Leo el 12 de agosto del año 3 AC.

Los dos planetas brillaron ese día extraordinariamente cerca el uno del otro. Y cuando Venus se retiró, Júpiter permaneció junto a Leo por lo menos durante diez meses más, sumando su brillo al de la estrella. Si el encuentro de los tres Reyes Magos con Herodes se produjo durante la primavera del 2 AC, las fechas encajarían a la perfección. De hecho, tras su primer encuentro y después de que Júpiter y Leo siguieran brillando juntos en el cielo, Venus regresó a la zona y se alineó con Júpiter en junio del 2 AC. El día 17 de ese mes los brillos de los dos planetas fueron tan intensos que llegaron a confundirse.

Venus y Júpiter bajaron juntos y lentamente hacia el horizonte a medida que sus brillos se iban haciendo uno. Hacia las ocho y media de la tarde, hora local de Jerusalén, prácticamente se habían fundido en un único y luminoso astro. En un tiempo en el que no había instrumentos de observación, ni gafas de sol, es muy probable que los observadores no fueran capaces de distinguir los dos objetos individuales y que solo percibieran un único y brillante destello sobre los cielos de Judea.

¿Fue esto lo que vieron los Reyes Magos? Para la Ciencia es difícil asegurarlo. Lo único cierto es que esas alineaciones se produjeron, y que fueron claramente visibles en una época que coincide con la del relato bíblico. Más allá de eso, no existen certezas absolutas. Cada uno es libre, pues, de sacar sus propias conclusiones.

La celebración de Navidad es hoy un acto de resistencia a la secularización

“En su Mensaje de Navidad, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla recuerda el significado de la encarnación de un Dios que no hace desaparecer las adversidades sino que hace al hombre más verdadero. Intenso fue el pensamiento dedicado a los que sufren por el coronavirus, así como profunda fue la analogía entre el personal médico y el clero: sus “camisas” son a la vez símbolos de sacrificio y espíritu de servicio. El mensaje de Navidad del Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I se inspiró en la consideración del contexto pandémico en el que vivimos y las consecuencias de las restricciones sanitarias también en la vida eclesiástica…”

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¿Es cierto que otros dioses paganos nacieron el 25 de Diciembre?

“Hace unos años en el 2007 un video llamado “Zeitgeist” se puso de moda, es un video New Age, donde se critica duramente al cristianismo, y en concreto se afirma que Cristo es una copia de dioses paganos, negando incluso la existencia histórica de Jesús. En este video se afirma que la fecha del 25 de diciembre es una fecha en la que nacieron diversas deidades paganas. De esto se han aprovechado muchos ateos y anticatólicos para denigrar la Navidad. Vamos a dar una breve respuesta a todo esto en este artículo…”

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Dios nació niño para alentarnos a cuidar de los demás

Palabras del Papa Francisco en su homilía de Navidad:

“Dios nació niño para alentarnos a cuidar de los demás. Su llanto tierno nos hace comprender lo inútiles que son nuestros muchos caprichos. Su amor indefenso, que nos desarma, nos recuerda que el tiempo que tenemos no es para autocompadecernos, sino para consolar las lágrimas de los que sufren”, subraya Francisco, y añade: “Dios viene a habitar entre nosotros, pobre y necesitado, para decirnos que sirviendo a los pobres lo amaremos. Desde esta noche, como escribió una poetisa, «la residencia de Dios está junto a mí. La decoración es el amor» (E. Dickinson, Poems, XVII)”.

El Obispo de Roma concluyó la homilía uniendo su voz a la voz de tantas conciencias que esperan en el Niño Jesús: “Un hijo se nos ha dado. Eres tú, Jesús, el Hijo que me hace hijo. Me amas como soy, no como yo me sueño. Al abrazarte, Niño del pesebre, abrazo de nuevo mi vida. Acogiéndote, Pan de vida, también yo quiero entregar mi vida. Tú que me salvas, enséñame a servir. Tú que no me dejas solo, ayúdame a consolar a tus hermanos, porque porque sabes que a partir de esta noche, todos son mis hermanos.”.