LA GRACIA del Domingo 10 de Noviembre de 2019

DOMINGO XXXII TIEMPO ORDINARIO, CICLO C

No hay fuerza más grande para vivir que creer con certeza y buen fundamento en aquello que viene después de la muerte, la resurrección.

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ROSARIO de las Semanas 20191108

#RosarioFrayNelson para el Viernes:
Contemplamos los Misterios de la Dolorosa Pasión

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, que vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron.
  2. En el segundo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní intercediendo por nosotros los pecadores.
  3. En el tercer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, juzgado por el sanedrín, y luego por la autoridad romana, y así condenado a muerte.
  4. En el cuarto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, porque sus heridas nos han curado.
  5. En el quinto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús coronado de espinas: Rey humilde y Príncipe de Paz.
  6. En el sexto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que carga con su cruz.
  7. En el séptimo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que muere en la Cruz.

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LA GRACIA del Sábado 9 de Noviembre de 2019

FIESTA DE LA DEDICACIÓN DE LA BASILICA DE SAN JUAN DE LETRÁN

El Papa Francisco necesita de nuestra oración para para que el Señor corrija lo que debe corregir y para que Jesucristo lo amoneste en su corazón.

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“Encontrarás a Dios” – Un Poema de Arturo Gutiérrez Martín

Dondequiera que pongas tu mirada,
dondequiera que fijes tu atención,
dondequiera que un átomo subsista,
ENCONTRARAS A DIOS.

En las formas diversas de las nubes,
en los rayos dorados que da el sol,
en el brillo que lanzan las estrellas,
ENCONTRARAS A DIOS.

En los dulces balidos que en los prados
el rebaño da al silbo del pastor,
en los trinos cambiantes de las aves.
ENCONTRARAS A DIOS.

En la sangre que corre por tus venas,
en la misma conciencia del tu YO,
en los propios latidos de tu pecho,
ENCONTRARAS A DIOS.

En la santa figura de la madre
cuyo seno la vida te donó,
en la franca sonrisa de una hermana,
ENCONTRARAS A DIOS.

En las lindas pupilas de la joven
que de amores prendió tu corazón,
en la grata visión de un ser querido,
ENCONTRARAS A DIOS.

En las horas de sombra y amargura
cuando a solas estés con tu dolor
si le buscas en la sombría noche
ENCONTRARAS A DIOS.

El lado humano de San Pedro Claver

Amigo de sus amigos

San Pedro Claver suscitó desde joven muchas y profundas amistades. Fue muy querido de sus amigos porque supo quererles. Trató con mucho cariño, por ejemplo, a sus intérpretes, de los que llegó a tener ocho o diez. El sólo consiguió hablar con dificultad el angoleño. Algunos de sus intérpretes, como José Monzolo, uno de sus más fieles colaboradores, fueron atendidos por él cuando llegaron esclavos en un galeón negrero, enfermos y aterrorizados, y se vieron fascinados por su caridad.

Otro de ellos, Francisco Yolofo, contaba: «Cuando caían enfermos los llevaba a su cuarto, les daba la ropa de su cama y compraba para ellos las medicinas más costosas». Le querían también mucho los niños, todos los negros, los pobres y los presos. Los enfermos miserables y los leprosos de San Lázaro contaban los días que duraban sus ausencias.

En todo caso, cuatro personas tuvieron un lugar muy especial entre las amistades de Claver: San Alonso Rodríguez, el padre Alonso Sandoval, el hermano Nicolás González (¿1615-1684?), nacido en Plasencia, y muchos años sacristán en Cartagena; y doña Isabel de Urbina, muy relacionada con la Compañía, pues tenía dos hermanos y dos sobrinos jesuitas. Doña Isabel, sobre todo cuando quedó viuda, le ayudó mucho, y como aquellas mujeres del Evangelio que seguían a Jesús, ella «le servía de sus bienes» (Lc 8,3), que no eran escasos.

Trato con los ricos

En este sentido, llama la atención que incluso entre los ricos y poderosos tuviera el padre Claver tantos amigos, siendo así que sacudía con fuerza sus conciencias, denunciaba sus lujos, se permitía a veces ciertas ironías sobre sus disposiciones para recibir la absolución, y les urgía tanto a la justicia y a la limosna.

Su declarada y patente opción por los pobres se revelaba -con enojo y protestas de algunos ricos- en la confesión. Como cuenta el hermano Nicolás, «mientras había negros esclavos, en vano había que intentar confesarse con él; después de éstos venían los pobres y luego, a falta de unos y de otros, los niños de la escuela. Sentía mucho que otra gente, y más si era autoridad, se mezclase entre sus humildes penitentes; a los caballeros decía que les sobraban confesores, y a las señoras que era estrecho su confesonario para guardainfantes, que sólo era capaz para los pobres negros». Notemos que el guardainfantes era un traje aparatoso, por el cual las señoras fieles a la moda lograban asemejarse a una mesa camilla.

«Muchos dueños usaron con el padre -dice Fernández- de grandes demasías», o como señala Andrade: Claver «tuvo que lidiar con los amos de los negros…; le hacían la guerra por las caricias y regalos que les hacía, le decían oprobios, injurias y palabras afrentosas, motejándole de imprudente y que les echaba a perder, porque con sus favores tomaban alas y se hacían insolentes, y como a enemigo suyo le cerraban las puertas de sus casas y le despedían con desdén. Todo lo llevaba con paciencia, hasta recabar licencia de aquellos amos para enseñar el camino del cielo a sus esclavos».

Alguna vez, es cierto, le falló la paciencia en el trato con los señorones. Cuenta el hermano Nicolás que «un día de la semana de pasión de 1644 entró en la iglesia una señora con galas impropias del tiempo y con el famoso vestido guardainfante. Apenas la vio Pedro Claver, que estaba acomodando a los negros junto a su confesonario, se dirigió a ella y le dijo que debía respetar este tiempo santo, y ella entonces, dirigiéndose cerca de la capilla del Milagro, empezó a gritar diciendo que el padre la había ofendido en público y la había afrentado. Yo la consolé lo mejor que pude, y dirigiéndome al padre le dije que no debía entrometerse en eso y que por causa de él iba a quedar la iglesia vacía.

«El padre rector oyó el alboroto; era el padre Francisco Sarmiento; bajó a la iglesia, y en presencia de todo el pueblo reprendió severamente al padre, diciéndole que los religiosos no eran los reformadores de los hábitos de las mujeres y que para eso estaba el confesonario o el púlpito. El padre Claver calló todo el tiempo.

«Al día siguiente, a las cuatro de la mañana, estando yo como sacristán haciendo oración en la sacristía, entró él y cayendo de rodillas me besó los pies, diciendo que estaba como Judas a los pies de Cristo, y yo procuré disculparme de lo que le había dicho, diciéndole que procedía de mi celo de que todos vinieran a la iglesia. El padre, sin decir palabra, se levantó y fue a su confesonario».

Al hermano Lamparte le hizo un día la confidencia de que «tenía sólo dos penitentes españolas que confesaba fijamente y que éstas le daban más trabajo que todos los negros de la ciudad».


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Suicidio con o sin adjetivo

“Es curioso cómo cambia la idea del suicidio según que lleve o no adjetivo. El suicidio a secas se ve como una tragedia, un error, una muerte que debió ser evitada, una patología que reclama prevención. En cambio, el suicidio “asistido” quiere ser presentado como un progreso de la civilización, una liberación, un modo de garantizar una muerte digna, un derecho que requeriría la asistencia médica para garantizarlo…”

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ROSARIO de las Semanas 20191107

#RosarioFrayNelson para el Jueves:
Contemplamos los Misterios de la vida pública del Señor

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que es bautizado por Juan en el Jordán y recibe la unción del Espíritu Santo.
  2. En el segundo misterio de la vida pública contemplamos que el diablo tienta a Jesús en el desierto pero al final tiene que retirarse derrotado.
  3. En el tercer misterio de la vida pública contemplamos las bodas en Caná de Galilea, donde Cristo dio su primera señal como Mesías.
  4. En el cuarto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que predica la Buena Nueva a los pobres.
  5. En el quinto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que llama a algunos discípulos para que estén con él y sean sus apóstoles.
  6. En el sexto misterio de la vida pública contemplamos la transfiguración del Señor, verdadero anuncio de su pasión y de su pascua.
  7. En el séptimo misterio de la vida pública contemplamos la institución de la Eucaristía y el mandamiento de amar como Jesús nos ha amado.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]