ALIMENTO 20191003

Alimento del Alma
Jueves 03 de octubre de 2019

Convento de Santo Domingo, Bogotá, COLOMBIA.
Tel. +57 (1) 249-3385

No. 10091
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* Para el JUEVES: Cajón de Preguntas y Respuestas *

¿Por qué muchos católicos están tan preocupados por los sínodos?

Varias personas nos han preguntado por los sínodos actuales: el sínodo en Alemania y el sínodo de la Amazonía (que es en alguna parte también otro sínodo alemán). ¿Hay motivos reales de preocupación? Un laico católico, muy bien formado, Bruno Moreno, escribe al respecto.

* * *

Como ya sabrán los lectores, el Cardenal Burke y Mons. Schneider han pedido a los fieles que oren y ayunen para evitar que en el sínodo de la Amazonia se aprueben medidas y afirmaciones contrarias a la fe católica. Sin duda, se trata de una iniciativa encomiable, buena y, si Dios quiere, fructífera. No puedo, sin embargo, evitar la sensación de que el daño esencial que puede hacer este sínodo ya está hecho.

Consideremos un momento lo que ha sucedido: un sínodo de obispos católicos, que se va a celebrar en Roma, tiene un documento de trabajo frontalmente contrario a la fe. Sé que esta afirmación suena muy drástica, pero a mi juicio es evidente para cualquiera que lea el documento: está plagado de afirmaciones irreconciliables con la fe católica, coloca el catolicismo al mismo nivel que las religiones paganas (falsas) y, por lo tanto, a Jesucristo al mismo nivel que las supersticiones y los ídolos; promueve una visión panteísta de la naturaleza y del mundo ajena a la fe católica sobre la creación; relativiza la Revelación de Dios en su Hijo, igualándola a las (a menudo disparatadas) conclusiones de las distintas culturas amazónicas; y pone las bases para la abolición del celibato, la introducción del sacerdocio femenino y la desaparición de la distinción entre seglares y sacerdotes.

Esto es, por supuesto, un gran problema, pero no el más importante. Clérigos e incluso sínodos locales que dicen barbaridades y herejías los ha habido siempre y, si Dios no lo remedia, seguirán surgiendo hasta la segunda venida de Cristo. El problema, el verdadero problema, es que ese texto lleno de barbaridades y herejías no ha sido repudiado ni condenado en la Iglesia. Al contrario, a pesar de esas barbaridades y herejías se va a utilizar como instrumento de trabajo, con la aquiescencia de la Santa Sede y de la inmensa mayoría de los obispos del mundo, ya sea por acción u omisión.

Esto es terrible, porque, de hecho, sin necesidad de que se aprueben afirmaciones erróneas de este calibre al final del sínodo (que es lo que quieren evitar el cardenal Burke y Mons. Schneider), las más altas jerarquías no manifiestan ningún problema en que se niegue así la fe en documentos eclesiales. Es decir, incluso si no se aprobase ningún error en el sínodo, se está declarando que en la Iglesia se pueden negar las verdades fundamentales de la fe, que es admisible plantear que esas verdades no lo son y que es concebible que esas verdades se cambien si así lo deciden un sínodo, un número suficiente de obispos o un Papa. Dicho de otra forma, la fe se considera de facto en la Iglesia una opinión más. Es la opinión que ahora mismo defiende la Iglesia, pero mañana eso podría cambiar y la fe podría ser otra completamente distinta. Se puede discutir y plantear su cambio. Una vez que se ha aceptado eso, la batalla ya está perdida y se ha abandonado la fe católica. Da igual que materialmente se aprueben o no errores en el sínodo, porque tácitamente se ha aprobado algo mucho peor: el hecho de que no existe una fe católica, solo opiniones cambiantes con el correr de los tiempos.

No es la primera vez que esto sucede, por desgracia. Lo cierto es que este gran daño a la fe es fruto de otro anterior en el mismo sentido: cuando se celebró el sínodo de la familia, lo primero que se dijo es que se admitían todas las opiniones, se podía proponer cualquier cosa, y así se hizo: se defendieron barbaridades sin cuento sobre las relaciones prematrimoniales, los anticonceptivos, las parejas del mismo sexo, el matrimonio y el divorcio, sin que la Santa Sede condenara esas afirmaciones, cuyos defensores, lejos de ser reprendidos, han sido ascendidos y llamados a enseñar en nombre de la Iglesia. Al final, se aprobó confusamente, en un par de frases y una nota a pie de página, una carga de profundidad que destruye por completo la moral católica: la idea de que el fin justifica los medios y, por lo tanto, a veces Dios quiere que adulteremos y se puede dar la comunión a alguien que persiste en el pecado grave. Algo gravísimo, pero que era simplemente la consecuencia necesaria de un planteamiento contrario a la esencia misma de la fe.

Si la fe es solo una opinión más, antes o después prevalecerán las opiniones cómodas, las que no exigen dejarlo todo para seguir a Cristo, las que permiten llevarse bien con el mundo. Como sucede en economía, donde la moneda mala desplaza a la buena según la ley de Gresham, si no hay fe las opiniones mundanas y cómodas desplazan a las “opiniones” cristianas y difíciles. Al final, como si de un protestantismo “católico” se tratase, la única fe verdadera se cambia por quot capita, tot sententiae, tantas opiniones como cabezas.

De esta forma, el sínodo de la familia hizo posible el sínodo amazónico. En el primero, se pusieron los fundamentos que han hecho posible el segundo y que permiten que se nieguen ahora con claridad los fundamentos de la fe, del mismo modo que ya se negaron confusamente los fundamentos de la moral. También de estos barros vienen los lodos de la aparente (y de nuevo confusa) negación de la doctrina inmemorial de la Iglesia sobre la pena de muerte o la negación por altos responsables vaticanos de la doctrina católica sobre la guerra justa. Si se pueden cambiar los fundamentos de la moral y de la fe, ¿por qué no las doctrinas “menos importantes” que más les molestan a los biempensantes del mundo actual?

Lo mismo podríamos decir del sínodo alemán. Si la mayoría de los obispos alemanes se atreven a decir públicamente que van a discutir sobre diversas doctrinas y preceptos morales de la Iglesia para decidir si conviene cambiarlos, si la mayoría de los que participan en ese “camino sinodal” son laicos, teólogos y clérigos que ya han negado públicamente esos preceptos morales y doctrinas, si Roma refunfuña por tanta independencia pero no corta ese despropósito de raíz, es porque los presupuestos ya estaban ahí. El sínodo de la familia hizo lo mismo, pero menos abiertamente, y, como no pasó nada, como los obispos callaron, como prácticamente nadie protestó, lo normal es que los que desean destruir la fe pierdan el miedo y muestren abiertamente ese deseo, confiados en su impunidad. El mal de estos sínodos, por desgracia, ya está hecho.

Decía en el título, sin embargo, que el bien de estos sínodos también está ya hecho. Quizá a algunos les parezca muy poca cosa, pero lo cierto es que hay un importantísimo bien oculto en esas tristes constataciones de que la mayoría de los obispos callan. Si decimos que la mayoría callan es porque hay algunos obispos que se han levantado para decir públicamente que no aceptan las deformaciones de la fe y la moral que se están produciendo en estos sínodos.

De todos es conocido el caso de los cuatro cardenales que se atrevieron a presentar sus dubia al Papa sobre la nueva moral que subyace a Amoris Laetitia, aunque fuera sin ningún éxito y la mitad hayan muerto sin recibir respuesta. Otros obispos, aquí y allá en el mundo, y miles de teólogos, sacerdotes y simples laicos se sumaron públicamente a esas dudas a través de diferentes declaraciones y peticiones. Con respecto al sínodo de la Amazonia, varios obispos y cardenales (Brandmüller, Burke, Müller, Pell, Urosa, Azcona, Schneider, etc.) han dicho públicamente que el documento de trabajo es erróneo o herético o incluso una “apostasía”. El Cardenal Sarah ha señalado sin miedo que la crisis del clero es, en realidad, una “crisis de fe”, porque “toleramos todas las puestas en causa. La doctrina católica es puesta en duda. En nombre de posturas llamadas intelectuales, los teólogos se divierten deconstruyendo los dogmas, vaciando la moral de su sentido profundo”.

En la misma Alemania, donde todo parece ir tan mal (y no solo lo parece), doce obispos han votado contra la organización misma del sínodo y un obispo, Mons. Voderholzer, a quien Dios premiará abundantemente, ha dicho algo que yo ya desesperaba de oír en labios episcopales durante mi vida: que, como obispo y teólogo, ha jurado proclamar y defender la fe católica (por desgracia, lo contrario sí que lo había oído antes en boca de algún obispo). En ese sentido, Mons. Voderholzer se reserva el derecho a abandonar el sínodo si se vulnera la fidelidad a la doctrina de la Iglesia. Da gusto oír hablar así a los obispos, aunque sean pocos. Casi se diría que estamos oyendo ecos de Ambrosio, Atanasio, Agustín o Jerónimo.

Comprendo perfectamente que este bien parezca muy pequeño al lado del mal, que un puñadito de obispos con fe resulte poca cosa en comparación con la gran masa episcopal que calla o colabora entusiasta con la descatolización, pero así es como hace Dios las cosas. Dios actúa con medios pobres, pobrísimos y humanamente inútiles, para que se manifieste que una fuerza tan extraordinaria viene de Dios y no viene de nosotros. Cuanto más débiles sean humanamente los que defienden la fe, más podremos confiar en la fuerza de Dios. A fin de cuentas, el Reino de Dios es como una semilla de mostaza, al sembrarla en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las hortalizas y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.

Dios siempre se busca un resto fiel que no está dispuesto a doblar la rodilla ante Baal, que no quiere renunciar a la fe, aunque de esa renuncia dependan ascensos, comodidades, elogios y palmaditas en la espalda. Esa es la fe que mueve montañas, que hizo extenderse a la Iglesia por el mundo, por la que murieron nuestros padres y que es la única que nos puede salvar. ¿Está contra ella quizá la mayoría de los que se dicen católicos pero hace tiempo que dejaron de creer? ¿Incluso multitud de clérigos y obispos están contra ella? ¿El mundo odia esa fe y solo desea su destrucción? Que así sea. Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?

Fr. Nelson M.
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Santo del Día

San Francisco de Borja.-

La familia Borja era una de las más célebres del reino de Aragón, España. Alcanzó fama mundial, en el momento en que Alfonso Borja fue elegido Papa con el nombre de Calixto III. A fines del mismo siglo, hubo otro Papa Borja, Alejandro VI, quien tenía cuatro hijos cuando fue elevado al Pontificado.

Para dotar a su hijo Pedro, compró el ducado de Gandía, en Valencia, España. Pedro, a su vez, lo legó a su hijo Juan, quien fue asesinado poco después de su matrimonio. El hijo de este último, el tercer duque de Gandía, se casó con la hija natural de un hijo de Fernando V de Aragón.

De este matrimonio nació el 28 de octubre de1510 Francisco de Borja y Aragón, nuestro Santo, quien era nieto de un Papa, Alejandro VI, y de un rey, Fernando, además de ser primo del emperador Carlos V.

Una vez terminados sus estudios a los dieciocho años, Francisco ingresó en la corte de Carlos V. Por entonces ocurrió un incidente, cuya importancia no había de verse sino más tarde.

En Alcalá de Henares, Francisco quedó muy impresionado a la vista de un hombre, a quien se le conducía a la prisión de la Inquisición: ese hombre era Ignacio de Loyola.

Se casó a los 19 años con Leonor de Castro y tuvo ocho hijos. Al año siguiente, recibió del emperador el título de marqués de Lombay. A los 29 años, Carlos V le nombró virrey de Cataluña (1539-1543), cuya capital es Barcelona.

Mucho tiempo después, Francisco solía decir: “Dios me preparó en ese cargo para ser General de la Compañía de Jesús. Ahí aprendí a tomar decisiones importantes, a mediar en las disputas, a considerar las cuestiones desde los dos puntos de vista. Si no hubiese sido virrey, nunca lo hubiese aprendido”.

En el ejercicio de su cargo, consagraba a la oración todo el tiempo que le dejaban libres los negocios públicos y los asuntos de su familia.

Los personajes de la corte comentaban desfavorablemente la frecuencia con que comulgaba, ya que prevalecía entonces la idea, -muy diferente de la de los primeros cristianos-, de que un laico, envuelto en los negocios del mundo, cometía un pecado de presunción si recibía con demasiada frecuencia el sacramento del Cuerpo de Cristo.

En una palabra, el virrey de Cataluña “veía con otros ojos y oía con otras orejas que antes. Hablaba con otra lengua, porque su corazón había cambiado.”

En Barcelona se encontró con San Pedro de Alcántara y con el Beato jesuita Pedro Favre. Este último encuentro, -veremos después-, fue decisivo para Francisco .

En 1543, a la muerte de su padre, heredó el ducado de Gandía. Como el rey Juan de Portugal se negó a aceptarle como principal personaje de la corte de Felipe II, quien iba a contraer matrimonio con su hija, Francisco renunció al virreinato y se retiró con su familia a Gandía.

Ello constituyó un duro golpe para su carrera pública, y desde entonces, el duque empezó a preocuparse más por sus asuntos personales.

En efecto, fortificó la ciudad de Gandía para protegerla contra los piratas berberiscos, construyó un Convento de dominicos en Lombay y reparó un hospital.

Por ese tiempo, el Obispo de Cartagena escribió a un amigo suyo: “Durante mi reciente estancia en Gandía, pude darme cuenta de que Don Francisco es un modelo de duque y un espejo de caballeros cristianos. Es un hombre humilde y verdaderamente bueno, un hombre de Dios en todo el sentido de la palabra… . Educa a sus hijos con un esmero extraordinario y se preocupa mucho por su servidumbre. Nada le agrada tanto como la compañía de los sacerdotes y religiosos… .”

El mismo año que fue nombrado Virrey de Cataluña, Francisco recibió la misión de conducir a la sepultura real de Granada los restos mortales de la emperatriz Isabel. Él la había visto muchas veces rodeada de aduladores y de todas las riquezas de la corte.

Al abrir el ataúd para reconocer el cuerpo, la cara de la difunta estaba ya en proceso de descomposición. Francisco tomó entonces su famosa resolución: « ¡no servir nunca más a un señor que pudiese morir!”» Comprendió profundamente la caducidad de la vida terrena.

Algunos años más tarde, estando enferma su esposa, pidió a Dios la curación de ella y una voz celestial le dijo: «Tú puedes escoger para tu esposa la vida o la muerte. Pero si tú prefieres la vida, ésta no será ni para tu beneficio ni para el suyo.» Derramando lágrimas, respondió: «Que se haga vuestra voluntad y no la mía.»

La muerte de Doña Leonor, su esposa, ocurrida en 1546, fue un gran dolor para Francisco. El más joven de sus ocho hijos tenía apenas ocho años cuando murió Doña Leonor.

El mismo año, el Beato Pedro Favre se detuvo unos días en Gandía y Francisco realizó los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. El 2 de Junio hizo los votos de castidad, de obediencia y de entrar en la Compañía de Jesús.

El Beato Favre partió de ahí a Roma, llevando un mensaje del duque a San Ignacio, comunicándole al Fundador de la Compañía de Jesús que había hecho voto de ingresar en la Orden.

San Ignacio se alegró mucho de la noticia. Sin embargo, aconsejó al duque que difiriese la ejecución de sus proyectos hasta que terminase la educación de sus hijos, y que mientras tanto, tratase de obtener el grado de doctor en teología en la Universidad de Gandía, que acababa de fundar. También le aconsejaba que no divulgase su propósito, pues “el mundo no tiene orejas para oír tal estruendo.”

Francisco obedeció puntualmente. Pero al año siguiente fue convocado a asistir a las cortes de Aragón, lo cual estorbaba el cumplimiento de sus propósitos.

En vista de ello, San Ignacio le dio permiso para que hiciese en privado la profesión. Tres años después, el 31 de agosto de 1550, cuando todos los hijos del duque estaban ya colocados, partió éste para Roma, se encontró con San Ignacio, y después de renunciar al ducado de Gandía, ingresó en la Compañía de Jesús a la edad de cuarenta y cuatro años.

Cuatro meses más tarde, volvió a España y se retiró a una ermita de Oñate en las cercanías de Loyola. Desde ahí obtuvo el permiso del emperador para traspasar sus títulos y posesiones a su hijo Carlos.

En seguida se rasuró la cabeza y la barba, tomó el hábito clerical y recibió la Ordenación sacerdotal en la semana de Pentecostés, el 26 de mayo de 1551.

El duque que se había hecho jesuita, se convirtió en la sensación de la época. El Papa concedió indulgencia plenaria a cuantos asistiesen a su primera Misa en Vergara, y la multitud que congregó fue tan grande, que hubo que poner el altar al aire libre.

Su propósito de renunciar a los honores se vio también probado en la vida religiosa. Carlos V lo propuso como Cardenal, pero Francisco no aceptó.

Los superiores de la casa de Oñate le nombraron ayudante del cocinero. Su oficio consistía en acarrear agua y leña, en encender la estufa y limpiar la cocina. Cuando atendía a la mesa y cometía algún error, el santo duque tenía que pedir perdón de rodillas a la comunidad por servirla con torpeza.

Inmediatamente después de su Ordenación, empezó a predicar en la provincia de Guipúzcoa y recorría los pueblos haciendo sonar una campanilla para llamar a los niños al catecismo y a los adultos a la instrucción.

Por su parte, el Superior de Francisco le trataba con la severidad que le parecía exigir la nobleza del duque. Indudablemente que el Santo sufrió mucho en aquella época, pero jamás dio la menor muestra de impaciencia.

En cierta ocasión en que se había abierto una herida en la cabeza, el médico le dijo al vendársela: “Temo, señor, que voy a hacer algún daño a vuestra gracia”. Francisco respondió: “Nada puede herirme más que ese tratamiento de dignidad que me dais”.

Después de su conversión, el duque empezó a practicar penitencias extraordinarias. Era un hombre muy gordo, pero su talle empezó a estrecharse rápidamente.

Aunque sus Superiores pusieron coto a estos excesos, San Francisco se las ingeniaba para inventar nuevas penitencias. Más tarde admitía que sobre todo, antes de ingresar en la Compañía de Jesús, había mortificado su cuerpo con demasiada severidad.

Durante algunos meses predicó fuera de Oñate. El éxito de su predicación fue inmenso. Numerosas personas le tomaron por director espiritual.

Él fue de los primeros en reconocer el valor grandísimo de Santa Teresa de Jesús. Después de obrar maravillas en Castilla y Andalucía, se sobrepasó a sí mismo en Portugal. San Ignacio le nombró provincial de la Compañía de Jesús en España.

San Francisco de Borja dio muestras de su celo y en toda ocasión expresaba su esperanza de que la Compañía de Jesús se distinguiese en el servicio de Dios por tres normas: la oración y los sacramentos, la oposición a la mentalidad del mundo y la perfecta obediencia. Esas eran las características del alma del Santo.

Dios utilizó a San Francisco de Borja para establecer la nueva Orden en España. Fundó una multitud de casas y colegios durante sus años de General.

Ello no le impedía, sin embargo, preocuparse por su familia y por los asuntos de España. Por ejemplo, dulcificó los últimos momentos de Juana la Loca, quien perdió la razón cincuenta años antes a raíz de la muerte de su esposo, y desde entonces, había experimentado una extraña aversión por el clero.

Al año siguiente, poco después de la muerte de San Ignacio, Carlos V abdicó, se enclaustró en el Monasterio de Yuste y mandó llamar a San Francisco.

El emperador nunca había sentido predilección por la Compañía de Jesús, y declaró al Santo que no estaba contento de que hubiese escogido esa Orden.

Éste confesó los motivos por los que se había hecho jesuita, y afirmó que Dios le había llamado a un estado en el que se uniese la acción a la contemplación y se viese libre de dignidades que le habían acosado en el mundo.

Aclaró que por cierto, la Compañía de Jesús era una Orden nueva. Pero el fervor de sus miembros valía más que la antigüedad, ya que “la antigüedad no es una garantía de fervor”. Con eso quedaron disipados los prejuicios de Carlos V.

San Francisco no era partidario de la Inquisición, y este tribunal no le veía con buenos ojos, por lo que Felipe II tuvo que escuchar más de una vez las calumnias que los envidiosos levantaban contra el santo duque.

Éste permaneció en Portugal hasta 1561, cuando el Papa Pío IV le llamó a Roma a instancias del Padre Laínez, general de los jesuitas.

En Roma se le acogió con cordialidad. Entre los que asistían regularmente a sus sermones, se contaban el Cardenal Carlos Borromeo y el Cardenal Ghislieri, quien más tarde fue Papa con el nombre de Pío V.

Ahí se interiorizó más de los asuntos de la Compañía, y empezó a desempeñar cargos de importancia. En 1566, al morir el Padre Laínez, fue elegido General, cargo que ejerció hasta su muerte.

Durante los siete años que desempeñó ese oficio, dio tal ímpetu a su Orden en todas partes, que puede llamársele el segundo Fundador. El celo con que propagó las misiones y la evangelización del mundo pagano, inmortalizó su nombre.

Y no se mostró menos diligente en la distribución de sus súbditos en Europa para colaborar a la reforma de las costumbres. Su primer cuidado fue establecer un noviciado regular en Roma y ordenar que se hiciese otro tanto en las diferentes provincias.

Durante su primera visita a la Ciudad Eterna, quince años antes, se había interesado mucho en el proyecto de fundación del Colegio Romano y había regalado una generosa suma para ponerlo en práctica.

Como General de la Compañía, se ocupó personalmente en dirigir el Colegio y precisar el programa de estudios. Prácticamente, fue él quien fundó el Colegio Romano, aunque siempre rehusó el título de fundador, dado ordinariamente a Gregorio XIII, que lo restableció con el nombre de Universidad Gregoriana.

San Francisco construyó la Iglesia de San Andrés del Quirinal y fundó el noviciado en la residencia contigua. Además, empezó a construir el Gesu y amplió el Colegio Germánico, en el que se preparaban los misioneros destinados a predicar en aquellas regiones del norte de Europa, en las que el protestantismo había hecho estragos.

San Pío V tenía mucha confianza en la Compañía de Jesús y gran admiración por su general, de suerte que San Francisco de Borja podía moverse con gran libertad.

A él se debe la extensión de la Compañía de Jesús más allá de los Alpes, así como el establecimiento de la provincia de Polonia. Valiéndose de su influencia en la corte de Francia, consiguió que los jesuitas fuesen bien recibidos en ese país y fundasen varios colegios.

Por otra parte, reformó las misiones de la India, las del Extremo Oriente y dio comienzo a las misiones de América.

Entre su obra legislativa, hay que contar una nueva edición de las reglas de la Compañía y una serie de directivas para los jesuitas dedicados a trabajos particulares.

A pesar del extraordinario trabajo que desempeñó durante sus siete años de Generalato, jamás se desvió un ápice de la meta que se había fijado, ni descuidó su vida interior.

Un siglo más tarde, escribió el Padre Verjus: “Se puede decir con verdad, que la Compañía debe a San Francisco de Borja su forma característica y su perfección. San Ignacio de Loyola proyectó el edificio y echó los cimientos. El Padre Laínez construyó los muros, San Francisco de Borja techó el edificio, arregló el interior, y de esta suerte, concluyó la gran obra que Dios había revelado a San Ignacio”.

No obstante sus muchas ocupaciones, San Francisco encontraba tiempo todavía para encargarse de otros asuntos. Por ejemplo, cuando la peste causó estragos en Roma en 1566, el Santo reunió limosnas para asistir a los pobres y envió a sus súbditos por parejas a cuidar los enfermos de la ciudad.

Se le ofreció el cargo de Cardenal y tenía posibilidades de llegar a ser Papa, pero no lo aceptó.

En 1571, el Papa envió al Cardenal Bonelli con una embajada a España, Portugal y Francia, y San Francisco de Borja le acompañó. Aunque la embajada fue un fracaso desde el punto de vista político, constituyó un triunfo personal de Francisco.

En todas partes se reunían multitudes, para “ver al santo duque” y oírle predicar. Felipe II, olvidando las antiguas animosidades, le recibió tan cordialmente como sus súbditos.

Mas la fatiga del viaje apresuró el fin de San Francisco. Su primo, el duque Alfonso, alarmado por el estado de su salud, le envió desde Ferrara a Roma en una litera.

Sólo le quedaban ya dos días de vida. Por intermedio de su hermano Tomás, San Francisco envió sus bendiciones a cada uno de sus hijos y nietos, y a medida que su hermano le repetía los nombres de cada uno, oraba por ellos.

Tenía una profunda devoción a la Eucaristía y a la Virgen Santísima. Gravemente enfermo, quedándole solamente dos días de vida, quiso visitar el Santuario Mariano de Loreto.

Cuando el Santo perdió el habla, un pintor entró a retratarle. Al ver al pintor, San Francisco manifestó su desaprobación con la mirada y el gesto, y no se dejó pintar.

Murió a la media noche del 30 de septiembre de 1572. Según la expresión del Padre Brodrick, fue “uno de los hombres más buenos, amables y nobles que había pisado nuestro pobre mundo.”

Desde el momento de su “conversión”, San Francisco de Borja, canonizado en 1671, cayó en la cuenta de la importancia y de la dificultad de alcanzar la verdadera humildad. Se impuso toda clase de humillaciones a los ojos de Dios y de los hombres.

Cierto día en Valladolid, donde el pueblo recibió al Santo en triunfo, el Padre Bustamante observó que Francisco se mostraba todavía más humilde que de ordinario, y le preguntó la razón de su actitud.

Él replicó: “Esta mañana durante la meditación, caí en la cuenta de que mi verdadero sitio está en el infierno, y tengo la impresión de que todos los hombres, aún los más tontos, deberían gritarme: ‘¡Ve a ocupar tu sitio en el infierno!’”.

Un día confesó a los novicios, que durante los seis años que llevaba meditando la vida de Cristo, se había puesto siempre en espíritu a los pies de Judas. Pero que recientemente, notando que Jesús había lavado los pies del traidor, por ese motivo, ya no se sentía digno de acercarse ni siquiera a Judas.

Francisco no se dejó engañar por el mundo. Sabiéndose nada, confió todo en Jesucristo y logró la santidad.

En mayo de 1931, su cuerpo, venerado en la Casa religiosa de Madrid, fue quemado en el incendio que causaron los revolucionarios.

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Cumpleaños

Oscar Ismael Dueñas Espinoza Sacerdote.- Aguascalientes, Mèxico

Marcos Amadeo Guinle .- Buenos Aires, Argentina (1982)

Humberto Zea Avila.- Bogotá, Colombia

Marianella Sierra Jiménez.- Bogotá, Colombia – Dios la bendiga y le conceda la movilidad de sus miembros inferiores. Mil gracias

Fausto Lalangui.- Catacocha, Ecuador (1967) – La vida es un don de Dios y una oportunidad del hombre para amar, compartir y ser feliz..por ello siempre será mejor tener mejores años

Fabiola Cadena Chavarro.- Santiago de Cali, Colombia – Muchas bendiciones en tu día. Luz Marina

Wilton Ferney.- Bogotá, Colombia – Felicidades en tu día y que Dios te siga bendiciendo. muchos años de vida llena de paz te deseo. P.Wilker

[Añade otro cumpleaños]

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Bautismos
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Aniversario de Ordenación Sacerdotal
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Aniversario de Matrimonio
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Grupos, Comunidades, Congregaciones…

Santa Teresita del Niño Jesús.- Bogotá, Colombia – Dios nos siga bendiciendo en nuestra evangelización

[Añade otro aniversario de un grupo]

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Evangelización Viva para hoy y los próximos días

[Añade otro evento de evangelización: Son bienvenidas fechas futuras, por ejemplo si deseas dar a conocer algún congreso, concierto, retiro, o similares]

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Otras fechas importantes para ti
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Fallecieron en un día como hoy…
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Enlace recomendado para este día

Muro humano para defender a las iglesias, en México

“La iglesia de San Francisco y el vecino Templo Expiatorio Nacional de San Felipe de Jesús, en el centro de Ciudad de México, amanecieron con cercos de metal y un «muro humano» de jóvenes y adultos en oración para evitar vandalismo a manos de promotores del aborto…” Haz click AQUÍ.

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Un poco de Humor…

Desobediente

Una vez un mosquito hembra le decía a su hijito larva:
– Hijo, cuando seas grandes no salgas al mundo porque el mundo es malo.
Un día el mosquito desobedeció a su madre y salió a recorrer el mundo, y cuando regresó le dijo a su madre:
– Madre eres mentirosa.
La madre muy extrañada le pregunta el por qué, y el hijo le responde:
– Porque cuando salí a recorrer el mundo, todos me aplaudían.

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Palabra de Dios
para alimentar tu día


Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 26, Jueves


Lecturas de la S. Biblia

Temas de las lecturas: Esdras abrió el libro de la Ley, bendijo al Señor, y todo el pueblo respondió: Amén, amén * Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón. * Envió por delante setenta y dos a los lugares donde pensaba ir él

Textos para este día:

Nehemías 8,1-4a.5-6.7b-12:

En aquellos días, todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que se abre ante la Puerta del Agua y pidió a Esdras, el escriba, que trajera el libro de la Ley de Moisés, que Dios había dado a Israel. El sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era el día primero del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -pues se hallaba en un puesto elevado- y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: “Amén, amén.” Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.

Los levitas explicaron la Ley al pueblo, que se mantenía en sus puestos. Leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: “Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis.” Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron: “Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.” Los levitas acallaban al pueblo diciendo: “Silencio, que es un día santo; no estéis tristes.” El pueblo se fue, comió, bebió, envió porciones y organizó una gran fiesta, porque había comprendido lo que le habían explicado.

Salmo 18:

La ley del Señor es perfecta / y es descanso del alma; / el precepto del Señor es fiel / e instruye al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos / y alegran el corazón; / la norma del Señor es límpida / y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura / y eternamente estable; / los mandamientos del Señor son verdaderos / y eternamente justos. R.

Más preciosos que el oro, / más que el oro fino; / más dulces que la miel / de un panal que destila. R.

Lucas 10,1-12:

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios”. Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.” Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.”

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Homilías para escuchar

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2007/10/04 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
La Iglesia necesita la acción conjunta, valiente y armoniosa del clero y de los laicos.

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2013/10/03 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Todo misionero es de alguna manera un precursor, y nada más que un precursor de Cristo, único Salvador.

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3

2013/10/03 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
La predicación ha de ser completa, es decir: transmitir el conjunto de la fe; y además: con autoridad, claridad y fuerza de esperanza.

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4

2017/10/05 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Todos estamos llamados a llevar la Buena Noticia de Jesucristo a todas las personas que están esperando en cualquier lugar que empieces a tomar en serio tu fe cristiana.

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5

2017/10/05 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Los dos movimientos vitales de la Iglesia: (1) congregarse para escuchar la Palabra del Señor y comulgar con Él: (2) ser enviada por el poder su gracia para anunciar la Buena Noticia.

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6

2019/10/03 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
La convicción cristiana es esta, que la paz interior se conserva mejor cuando entendemos que todo lo hemos recibido como regalo, y que si al compartirlo es rechazado, no deja de ser regalo para nosotros.

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Homilía para leer

Temas de las lecturas: Esdras abrió el libro de la Ley, bendijo al Señor, y todo el pueblo respondió: Amén, amén * Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón. * Envió por delante setenta y dos a los lugares donde pensaba ir él

1. Laicos y sacerdotes unidos

1.1 En la primera lectura de hoy son posibles varias reflexiones. Una que tiene su importancia es el trabajo conjunto de laicos y sacerdotes. Nehemías era un laico, un hombre de gobierno, una persona práctica; Esdras, en cambio, era un sacerdote, un hombre del culto y el templo, una persona de estudio y oración. Ambos fueron necesarios para ayudar a la restauración y renovación del pueblo elegido, una vez pasados los años espantosos del destierro en Babilonia.

1.2 A veces pasa en la Iglesia que se trata a los laicos como si fueran creyentes de menor categoría o como si su derecho o su deber de aspirar a la perfección no fuera comparable con el que tienen los consagrados. Otras veces pasa que se trata a los sacerdotes como si fueran sólo un “mal necesario” que sólo tiene sentido si aparece lo menos posible y lidera lo menos posible. Todavía otras veces hay quienes pretender clericalizar a los laicos (hasta sugerir que presidan la eucaristía, por ejemplo) mientras que otros no quieren descansar hasta que el clero se secularice al máximo, teniendo un trabajo civil, esposa e hijos.

1.3 Estos libros, como Esdras y Nehemías en la Biblia, nos recuerdan que el plan de Dios es más complejo, más bello y más eficiente a la vez. Así como no hay que suprimir a los hombres para que las mujeres encuentren su lugar en la sociedad (ni lo contrario), así tampoco hay que eliminar a los laicos para que el clero se sienta bien, ni quitar a los sacerdotes para que el laico respire.

2. Consignas para Misioneros

2.1 En el evangelio de hoy vemos a Cristo enviando en misión a sus discípulos. Las consignas básicas podrían condensarse en las palabras: pobreza, agilidad, y anuncio del Reino de Dios. Las tres cosas van íntimamente relacionadas: el desprendimiento da agilidad, la agilidad facilita que se esparza el anuncio, el anuncio proclama riquezas que aventajan a las de esta tierra.

2.2 Destaquemos que estos discípulos irán “como corderos en medio de lobos,” según la expresión de Jesús. ¿Qué les quería decir él con esto? Varias interpretaciones se han propuesto: (1) Que sepan que no pueden fiarse de quienes les escuchan sino que toda su fortaleza viene de quien les envía. (2) Que, aunque vean que suceden prodigios por medio suyo, jamás han de considerarse demasiado fuertes. (3) Que entiendan que su mensaje no es el único mensaje, pues así como ellos quieren ganar gente para la causa del Reino de Dios, muchos de los que se van a encontrar querrán ganarlos a ellos para el reino de las tinieblas: es la lucha de dos mensajes o anuncios que no pueden coexistir y que se devoran el uno al otro.

2.3 Cristo considera el evento del rechazo a los predicadores. Lo ve sin dramatismo para ellos pero con gran seriedad frente a lo que está implicado. Pienso que aquí hay una lección para los que estamos involucrados en la evangelización. La idea es no enredarnos demasiado por los fracasos, aunque sin trivializar la trascendencia del mensaje que hemos sido llamados a predicar.

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Video recomendado para este dia!

Congreso bíblico-carismático de sanación y liberación: PRIMERA de SEIS charlas.

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