Fray Nelson, buenos dias desde Guadalajara Mexico. ¿Qué opinión tiene de Ana Catalina Emmerick? Gracias. –J.J.
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Ana Catalina Emmerick (1774-1824). Estamos hablando de una mujer orante, virtuosa, humilde, unida con intenso amor a Cristo. Una mujer que ha sido declarada “bienaventurada” (beata, en latín) por el Papa San Juan Pablo II, lo cual indica que el grado de sus virtudes como cristiana es muy alto y sirve de algún modo de referencia para muchos más de nosotros. Eso en cuanto a ella, como persona.
Sin embargo, lo más conocido de Ana Catalina son sus escritos, que han tenido, comparativamente hablando, una enorme difusión. Para muchos católicos, y también algunos ortodoxos, las descripciones casi fotográficas que Ana Catalina hace del tiempo y las circunstancias que rodearon a Jesucristo son como un complemento perfecto para los textos del Evangelio. El productor de cine Mel Gibson se apoyó en escritos de esta mujer para el guión de su afamada película de La Pasión de Cristo. Es en este campo de las visiones y revelaciones de Ana Catalina donde surgen algunas inquietudes.
1. Ana Catalina era analfabeta. Sus escritos nos han llegado a través de la redacción de un escritor alemán, Clemens Brentano, que escuchó durante muchas horas los que la Beata Ana le compartía sobre sus visiones. Cuando se inició el primer proceso de beatificación, hacia 1892, ya hubo dudas sobre qué tanto aporte había puesto el redactor en la versión final que nos ha llegado.
2. Considero que es un problema insoluble la autenticidad histórica de los relatos de Ana Catalina. Es cierto que hay cosas que ella ha descrito y que han sido corroboradas por la arqueología, como los datos que dio para ubicar la que probablemente fue la casa de la Virgen María en Éfeso, pero un acierto incluso tan impresionante no permite dar valor de verdad a todo lo que ella dice sobre la creación de Adán y Eva, o la forma de la casa de Jesús en Nazareth. En muchos casos ni las Escrituras canónicas ni la ciencia histórica pueden dar un aval.
3. Descartemos deseo de engaño de parte de una mujer tan piadosa y virtuosa; aún así nos preguntamos: ¿qué autoridad, en términos de conocimiento cierto, puede darse a esas revelaciones, que prácticamente tienen la forma literaria de un guión de película? ¿No podría ser que en alguna o muchas ocasiones la imaginación de esta mujer hubiera jugado un papel considerable y decisivo? ¿O no podría suceder que el verdadero mensaje no estuviera en la descripción tan detallada de realidades materiales sino que estas descripciones tengan un sentido alegórico que nos invita a no concentrarnos tanto en las cosas y las escenas? Fijar esos límites parece imposible.
4. Por lo ya dicho, la utilidad pastoral de los escritos de Ana Catalina es muy cuestionable. ¿Puede un obispo, o el Papa, decir: “Lean a Ana Catalina y encontrarán lo que de verdad sucedió a Cristo”? Evidentemente no puede porque no hay certeza de verdad escriturística, ni histórica, ni científica, es decir, no hay certeza ni de fe ni de razón.
5. Alguien podría decir: “Pero de todos modos esos escritos hacen que la gente tome nuevo fervor y asuma con mayor intensidad la liturgia y su misma vida cristiana.” Es un modo de argumentar muy riesgoso. En el fondo es el mismo problema de los Evangelios llamados “apócrifos.” Muchos de esos escritos antiguos contaban cosas admirables sobre Cristo, y no faltaron personas que sintieron elevarse sus corazones ante tales relatos. Pero si alguien ama más a Cristo porque hacía pajaritos de barro, soplaba en ellos y echaban a volar, ¿diríamos que ese fervor es bueno para la Iglesia? Hoy estamos convencidos de que la historia de los pajaritos no es cierta pero el hecho es que no tenemos medio para saberlo. Y como no sabemos si es cierto preferimos quedarnos con lo que nos dan las Escrituras Canónicas, esto es, la Biblia que acoge y venera nuestra Santa Iglesia. ¿No debería aplicarse el mismo criterio a escritos como los de Ana Catalina?
6. Otra objeción proviene del hecho de que esta buena y virtuosa mujer no es la única que ha tenido visiones detalladas del tiempo de Cristo. Luisa Piccarreta, y aún otras personas, han tenido también visiones impresionantes. ¿Qué hacemos cuando los relatos no coinciden, así sea en asuntos de detalle? Uno ve que lo sensato es quedarnos con las Escrituras y tratar lo demás como inspiraciones piadosas, muy respetables, pero de las cuales solo debe decirse que pueden o no tener elementos de verdad.
7. Una última dificultad proviene de la teología de la revelación. ¿Por qué en las Escrituras Canónicas el Espíritu Santo nos dio los detalles que nos dio y no nos dejó otros? Tales cosas no suceden porque sí. Nosotros ignoramos cuál era el diseño de las sandalias que usó Jesús en su adolescencia, o la hora en que tomaba su primer alimento cuando vivía en Nazareth. Seguramente el Espíritu Santo consideró que lo esencial para nuestra salvación estaba en otros elementos–precisamente los que han quedado consignados. Ello nos invita a mirar con respeto y aprecio cualquier descripción razonable y piadosa que se haga de la vida del Señor, pero sin concederle más autoridad que la que puede tener una buena conjetura en un corazón que desea agradar a Dios.