La Eucaristía no es la representación de lo que sucedió en la cruz; es el camino, es nuestra manera de unirnos al único sacrificio de Cristo recibiendo toda gracia y toda bendición.
Ya desde el tiempo de los Jueces el pueblo elegido descubrió que la unción es como el toque, sello, gracia particular de Dios que hace la diferencia en las batallas contra toda suerte de adversario. La Unción que ha recibido Cristo le sella como señal y camino de la victoria de Dios en favor de los que siempre son maltratados y omitidos.
En el primer misterio de la creación contemplamos la sabiduría y la hermosura con que Dios ha dispuesto todas las cosas, en su tiempo y en su lugar.
En el segundo misterio de la creación contemplamos el poder de la Palabra creadora de Dios, pues todo ha venido a ser porque él lo dijo y existió.
En el tercer misterio de la creación contemplamos que Dios hizo los cielos y los Santos Ejércitos celestiales.
En el cuarto misterio de la creación contemplamos que Dios hizo el universo visible, y suyo es cuanto hay en esta tierra.
En el quinto misterio de la creación contemplamos que Dios formó al hombre y a la mujer.
En el sexto misterio de la creación contemplamos la vocación del hombre para que se multiplique y domine la tierra en nombre de Dios y obediencia a él.
En el séptimo misterio de la creación contemplamos el paraíso, primera imagen de la felicidad que Dios quiso para sus hijos.
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Cristo nos muestra el camino para vencer el pecado, es decir, vencer a nuestra sordera a la voz de Dios, nuestra comodidad y rebeldía: por medio de la oración, la penitencia y la obediencia.
“Todo aborto es una tragedia personal: para el niño, para la madre y el padre y para la familia. Pero todo aborto es también una tragedia divina, una tristeza en lo profundo del corazón de Dios porque bloquea el plan de Dios para un hijo suyo que Él ama, para un alma que quiere nacer…”