1. Que la gracia de Dios nunca deje de sorprendernos.
2. Que conservemos la conciencia de la gratuidad y no empecemos a adueñarnos de las instituciones y los cargos.
3. Que la mirada del Señor nos permita comprender y vivir su Palabra.
4. Que nunca nos creamos tan sanos como para ver el Evangelio como remedio para otros y ya no para nosotros.