Padre mío -¡trátale así, con confianza!-, que estás en los Cielos, mírame con compasivo Amor, y haz que te corresponda. -Derrite y enciende mi corazón de bronce, quema y purifica mi carne inmortificada, llena mi entendimiento de luces sobrenaturales, haz que mi lengua sea pregonera del Amor y de la Gloria de Cristo.