En junio de 2009 Asia trabajaba recogiendo frutas en la localidad de Sheikhupura, cerca de la capital Lahore. Cuando se acercó a un pozo para beber, un grupo de musulmanas la acusaron de contaminar el agua por ser cristiana.
Bibi respondió a los insultos contra su fe diciendo: “Yo creo en mi religión y en Jesucristo que murió en la Cruz por los pecados de la humanidad. ¿Qué hizo su profeta Mahoma para salvar a la humanidad?”.
Al día siguiente, una turba atacó a la familia de Bibi y ella fue trasladada a una comisaría por su “seguridad”. Sin embargo, allí fue acusada de blasfemar contra el islam.
La madre católica fue condenada a muerte en el año 2010 y desde entonces hay una batalla legal para salvarla. Lucharon por su liberación Shabahz Bhatti, líder católico y ministro de Minorías; y Saalman Taser, gobernador de Punjab; pero ambos fueron asesinados.
Desde que fue detenida, Asia Bibi ha señalado que es perseguida por causa de su fe y ha negado las acusaciones de blasfemia contra el islam.
El pasado 21 de abril, el presidente del Tribunal Supremo de Pakistán, Mian Saqib Nisar, le dijo a su abogado, Saiful Malook, que retomará el juicio que definirá su libertad.
“Prepárese. Voy a arreglar su caso y yo mismo presidiré la corte”, indicó Nisar a Malook.
Desde entonces los cristianos de todo el país se han unido en oración por la liberación de Bibi.
Según informó ACN en un video, en Pakistán hay más de mil personas condenadas por la ley de blasfemia.
Esta norma está inspirada en la sharia –ley islámica– que castiga, incluso con la muerte, cualquier ofensa de palabra u obra contra Alá, Mahoma o el Corán.