Si tú amas de verdad a tu Patria -y estoy seguro de que la amas-, ante un alistamiento voluntario para defenderla de un peligro inminente, no dudarías en inscribir tu nombre. En momentos de emergencia, ya te lo he escrito, todos son útiles: hombres y mujeres; viejos, maduros, jóvenes y hasta adolescentes. Sólo quedan al margen los incapaces y los niños. Cada día se convoca, no ya un alistamiento voluntario -eso es poco-, sino una movilización general de almas, para defender el Reino de Cristo. Y el mismo Rey, Jesús, te ha llamado expresamente por tu nombre. Te pide que luches las batallas de Dios, poniendo a su servicio lo más elevado de tu alma: tu corazón, tu voluntad, tu entendimiento, todo tu ser. -Escúchame: la carne, con tu pureza de vida y especialmente con la protección de la Virgen, no es problema. -¿Serás tan cobarde, que intentarás librarte del llamamiento, excusándote con que tienes enfermo el corazón, la voluntad o el entendimiento?… ¿Pretendes justificarte y quedarte en servicios auxiliares? -El Señor quiere hacer de ti un instrumento de vanguardia -ya lo eres- y, si vuelves la espalda, no mereces más que lástima, ¡por traidor!
Si el tiempo fuera solamente oro…, podrías perderlo quizá. -Pero el tiempo es vida, y tú no sabes cuánta te queda.
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