Jesucristo quiere que su luz brille en la conducta y en las palabras de sus discípulos, en las tuyas también.
Resulta chocante la frecuencia con que, ¡en nombre de la libertad!, tantos tienen miedo -¡y se oponen!- a que los católicos sean sencillamente buenos católicos.
Guárdate de los propagadores de calumnias e insinuaciones, que unos recogen por ligereza y otros por mala fe, destruyendo la serenidad del ambiente y envenenando la opinión pública. En ocasiones, la verdadera caridad pide que se denuncien esos atropellos y a sus promotores. Si no, con su conciencia desviada o poco formada, ellos y quienes les oyen pueden razonar: callan, luego otorgan.
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