Fomenta, en tu alma y en tu corazón -en tu inteligencia y en tu querer-, el espíritu de confianza y de abandono en la amorosa Voluntad del Padre celestial… -De ahí nace la paz interior que ansías.
¿Cómo vas a tener paz, si te dejas arrastrar por esas pasiones, que ni siquiera intentas dominar? El cielo empuja para arriba; tú, para abajo… -Y de este modo te desgarras.
Aleja enseguida de ti el temor y la perturbación de espíritu…: evita de raíz esas reacciones, pues sólo sirven para multiplicar las tentaciones y acrecentar el peligro.
Aunque todo se hunda y se acabe, aunque los acontecimientos sucedan al revés de lo previsto, con tremenda adversidad, nada se gana angustiándose.