¿Cómo podríamos decir que amamos a Dios si en vez de amar a nuestros hermanos, guardamos rencores? El perdón y la reconciliación son los boletos principales para llegar a ser parte del reino que Jesús nos ha mostrado. Nos lo hizo recordar también en la oración del Padrenuestro: “Perdónanos como nosotros perdonamos…”
A veces se falla en esto, y es donde debemos pedir la intervención de Dios en nuestra vida para que nos transforme y nos haga seres capaces de pedir perdón con humildad a aquellos que nos han dañado o hemos dañado, porque reconciliándonos con ellos, encontramos la reconciliación con Dios, la restauración de su gracia y de su amor en mí.
Habrás oído decir una frase que dice: “El perdón no es un sentimiento sino una decisión” y te preguntarás ¿cómo puedo yo decidir perdonar, si yo siento esto o esto otro…?
Jesús también nos confirmó que perdonar es una decisión, aunque de otro modo. Él nos dijo en el evangelio de Mateo (5,23-24): “Si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda”…
¿Nos dimos cuenta? Jesús, dijo: “Ve a reconciliarte con tu hermano”. En ningún momento dijo: “Ve si primero sientes que lo puedes perdonar y luego reconcíliate con tu hermano”. Tampoco dijo: “Ve si crees que el otro se merece tu perdón y reconcíliate con él”…
Perdonar no es un acto mágico, no es que alguien mueva el botón del control y ya todo es diferente. Perdonar es un proceso. No es un sentimiento, es una decisión que implica acciones concretas y constantes en la vida. No siempre el perdón es fruto de que ya no siento nada en el corazón ante la persona que me ha fallado; hay momentos en que decido perdonar a pesar de que me sigue doliendo, a pesar de que sigo con ira y con dolor contra esa persona que me dañó.
Muchas veces el perdón no es la consecuencia sino la causa de la paz, es decir, hay veces en las que perdono porque siento paz en mi corazón a pesar de lo que me hicieron y otras en las que perdono para sentir paz. Por eso, hoy quiero invitarte a tomar la decisión de perdonar y te propongo tres razones para hacerlo:
1.- Perdonando vas a encontrar la paz que en este momento tienes perdida.
Podrás recuperar la serenidad y armonía que aquella acción te quitó. Es el momento de recuperar la serenidad y armonía que esa acción te quitó. Es el momento de recuperar ese estado en el que produces más, tienes mejores relaciones interpersonales y puedes soñar con mayor libertad.
2.- La justicia no está en tus manos.
Tu sufrimiento, tu ardor, tu dolor, tu rabia, tu rencor no garantizan que la otra persona pagará por lo que hizo, eso no está en tus manos. Es más, ni siquiera un acto de venganza te da lo que has perdido. Querer desquitarte te pone en el mismo nivel de la persona que te ofendió. Por eso, lo mejor es perdonar.
3.- Dios siempre nos da una nueva oportunidad.
Lee Lucas 15,11-32, y si Él lo hace con nosotros, que le hemos fallado tanto en nuestro camino de vida, más estamos nosotros invitados a hacerlo con los demás, a abrir el corazón de par en par y esparcir ese hermoso regalo que es el perdón
© Qriswell J. Quero | PildorasdeFe.net