Es extraño por lo menos que se use el Cantar de los Cantares para propósitos religiosos porque en ese libro no se menciona a Dios, ni a Israel y porque sòlo se habla del amor humano, aunque se intenten hacer nterpretaciones del amor de Dios con el humano. ¿Qué decir al respecto? –L.V.
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¿El hecho de que no se mencione a Dios lo excluye? Una cosa es excluir y otra cosa es no mencionar. Si uno en una conversación ni menciona a Pitágoras. ¿Significa eso que uno es anti-pitagórico?
Supongamos que entro a un convento de religiosas. Me siento en la sala. Me quedo mirando un cojín bordado. Observo que el cojín no dice Cristo, ni María ni Iglesia ni Eucaristía en ninguna parte. El bordado es como de unas hojas y ramas. ¿Es lícito sacar la conclusión de que en ese convento hay lugares sin Dios? Ese cojín está en una sala, que está en un corredor, que está en un convento que fue construido para darle la gloria a Dios. Ciertamente importa la ubicación (el “contexto”) del cojín, y de la sala dentro del convento.
Con respecto al Cantar, debemos preguntarnos por qué un pueblo que le da el primer lugar a Dios, hasta el punto de que no exalta a sus propios lideres (como sucede en todos los pueblos), admite un escrito como este? Las únicas respuestas posibles son: porque hay una bondad intrínseca en el amor humano–que tiene su fuente en Dios creador–o porque hay también una comparación hermosa y lícita con el amor entre Dios y su pueblo.
Este último punto tiene más peso cuando nos damos cuenta que en la predicación de los profetas MUCHAS veces se compara el amor de Dios por su pueblo con el de un Amado por su Amada. De modo que las metáforas de amor de pareja son algo MUY frecuente en la Biblia.
En un libro, o colección de libros, como es la Biblia, hay muchos textos que hablan del amor de Dios en términos del amor de un novio o esposo; el Cantar entra en esa lógica sin violencia.
Ahora bien, tampoco es indispensable forzar en cada versículo la interpretación religiosa pero es claro que excluirla por sistema es arbitrario e ideológico. Lo mejor, y es lo que proponen todas las biblias católicas actuales, es reconocer las dos interpretaciones, ver que no se excluyen sino que en cierto sentido se reclaman y complementan.