La verdadera moral cristiana lleva con sabiduría y discernimiento al bien mayor reconociendo que hay mandamientos claros y a la vez agravantes o atenuantes.
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En el primer misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que es bautizado por Juan en el Jordán y recibe la unción del Espíritu Santo.
En el segundo misterio de la vida pública contemplamos que el diablo tienta a Jesús en el desierto pero al final tiene que retirarse derrotado.
En el tercer misterio de la vida pública contemplamos las bodas en Caná de Galilea, donde Cristo dio su primera señal como Mesías.
En el cuarto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que predica la Buena Nueva a los pobres.
En el quinto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que llama a algunos discípulos para que estén con él y sean sus apóstoles.
En el sexto misterio de la vida pública contemplamos la transfiguración del Señor, verdadero anuncio de su pasión y de su pascua.
En el séptimo misterio de la vida pública contemplamos la institución de la Eucaristía y el mandamiento de amar como Jesús nos ha amado.
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Yo creo en ti, Jesucristo.
Yo espero en ti, Señor Jesucristo.
Yo te amo, Santísimo Señor Jesucristo.
Yo creo en ti, Jesucristo.
Yo creo en tus ojos limpios.
Yo creo en la bondad de tu sonrisa.
Yo creo en la sabiduría de tus palabras.
Yo creo en el esplendor de tus milagros.
Yo creo en la fuerza de tus exorcismos.
Yo creo en la gracia de tu bendición.
Yo creo en la pureza de tu Cuerpo.
Yo creo en el valor infinito de tu Santísima Sangre.
Yo creo en el ritmo de tus pasos.
Yo creo en ti como guía de mi vida entera.
Yo creo en el valor de tu sacrificio.
Yo creo en la eficacia de tu oración.
Yo creo en el amor que hay en tu Sagrado Corazón.
Yo espero en ti, Jesucristo.
Yo pongo mi confianza en tu sabiduría.
Yo entrego mi futuro a tu providencia.
Yo espero en tus promesas.
Yo espero la hora de tu gracia.
Yo espero la llegada en plenitud de tu reino.
Yo espero tu retorno glorioso.
Yo espero la conversión de todas las naciones.
Yo espero porque tú eres de fiar.
Yo espero por tu bondad la gloria del Cielo.
Yo espero con toda la creación la manifestación de los Hijos de Dios.
Yo espero porque tu amor no engaña.
Yo te amo, Jesucristo.
Yo amo la humildad de tu alma.
Yo amo la inocencia perenne de tu cuerpo.
Yo amo la luz de tus palabras.
Yo amo tu ternura y tu fortaleza.
Yo amo tu valor y tu coherencia.
Yo amo tu sencillez y tu poder.
Yo amo tu elocuencia y tu verdad.
Yo amo la Sagrada Escritura que da testimonio de ti.
Yo amo y quiero amar a quienes tú amas.
Yo amo y venero tus Llagas Santísimas.
Yo amo tu presencia en la Divina Eucaristía.
Yo amo tus horas de recogimiento y oración.
Yo amo la Cruz en que nos diste salvación.
Yo amo al Espíritu Santo, don sublime de tu Pascua.
Yo amo a tu Padre, que por tu bondad es mi Padre.
Yo amo a tu Madre, que por tu bondad es ahora mi Madre.
Yo amo la raza y pueblo de quien tú provienes según la carne.
Yo amo a tus mártires y a todos tus santos.
Yo te amo, y quiero amarte infinitamente por toda la eternidad.
Yo creo en ti, Jesucristo.
Yo espero en ti, Señor Jesucristo.
Yo te amo, Santísimo Señor Jesucristo.