Tu caridad ha de estar adecuada, ajustada, a las necesidades de los demás…; no a las tuyas.
¡Hijos de Dios!: una condición que nos transforma en algo más trascendente que en personas que se soportan mutuamente.
A veces pretendes justificarte, asegurando que eres distraído, despistado; o que, por carácter, eres seco, reservón. Y añades que, por eso, ni siquiera conoces a fondo a las personas con quienes convives. -Oye: ¿verdad que no te quedas tranquilo con esa excusa?
Pon mucha visión sobrenatural en todos los detalles de tu vida ordinaria, te aconsejé. Y añadí inmediatamente: la convivencia te ofrece muchas ocasiones, a lo largo del día.
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