¿No se saluda y se trata con cordialidad a todas las personas queridas? -Pues, tú y yo vamos a saludar -muchas veces al día- a Jesús, a María y a José, y a nuestro Angel Custodio.
El Angel Custodio nos acompaña siempre como testigo de mayor excepción. El será quien, en tu juicio particular, recordará las delicadezas que hayas tenido con Nuestro Señor, a lo largo de tu vida. Más: cuando te sientas perdido por las terribles acusaciones del enemigo, tu Angel presentará aquellas corazonadas íntimas -quizá olvidadas por ti mismo-, aquellas muestras de amor que hayas dedicado a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Por eso, no olvides nunca a tu Custodio, y ese Príncipe del Cielo no te abandonará ahora, ni en el momento decisivo.
Tus comuniones eran muy frías: prestabas poca atención al Señor: con cualquier bagatela te distraías… -Pero, desde que piensas -en ese íntimo coloquio tuyo con Dios- que están presentes los Angeles, tu actitud ha cambiado.