“…“La íntima asociación de María con Cristo en el plan de la Redención significa que cada dogma mariano nos enseña más profundamente quién es Cristo y qué estamos llamados a ser“…”
Rezar bien el Padrenuestro es hacerlo con Cristo, acompañarlo, entrar en su corazón y dejarlo que se posesione del nuestro para fundir en una sola sus intenciones y las nuestras.
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¿Te das cuenta de lo que supone que tú seas o no una persona con sólida preparación? -¡Cuántas almas!… -¿Y, ahora, dejarás de estudiar o de trabajar con perfección?
Existen dos maneras de llegar alto: una -cristiana-, por el esfuerzo noble y gallardo de subir para servir a los demás; y otra -pagana-, por el esfuerzo bajo e innoble de hundir al prójimo.
Los “ambiciosos” -de pequeñas personales ambiciones miserables- no entienden que los amigos de Dios busquen “algo”, por servicio, y sin “ambición”.
En el primer misterio glorioso contemplamos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
En el segundo misterio glorioso contemplamos la Ascensión de Cristo a los Cielos.
En el tercer misterio glorioso contemplamos el día de Pentecostés: la efusión del Espíritu Santo da nacimiento a la Iglesia.
En el cuarto misterio glorioso contemplamos la santidad de la Iglesia, especialmente visible en sus mártires, ya desde los primeros tiempos.
En el quinto misterio glorioso contemplamos la Asunción de la Virgen María y el poder singular de su intercesión por la Iglesia que peregrina.
En el sexto misterio glorioso contemplamos la segunda venida de Cristo, y que de su Reinado han de participar para siempre la Virgen María y todos los santos.
En el séptimo misterio glorioso contemplamos que la muerte misma morirá, y que Dios será todo en todos.
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“Durante homilía de la celebración del Miércoles de Cenizas, en Roma, realizada en la Basílica de Santa Sabina, el Papa Francisco alertó sobre los intentos de “banalizar la vida” y las consecuencias de la “indiferencia” delante quien sufre…”