En breves días tenemos el Miércoles de Ceniza y con él, por supuesto, el comienzo de la cuaresma. Quisiera que esta vez fuera algo distinto.
Las prácticas de la cuaresma a todos nos invitan a revisar nuestra forma de vida y reformar lo que somos y hacemos, volviendo nuestro corazón hacia Dios. Es un ejercicio saludable y siempre necesario.
Existe el peligro de ver el camino cuaresmal como algo tan personal que llega a volverse individual e incluso individualista. Y si bien es cierto que la conversión implica siempre un sí profundamente personal, sería interesante que esta vez viviéramos la cuaresma no sólo como individuos sino ante todo como miembros de un solo Cuerpo, que es la Iglesia.
Si es verdad que cada uno necesita purificarse también la Iglesia necesita purificarse. Y en esa línea propongo que esta cuaresma oremos con mucha fuerza y a la vez con mucha fe y humildad:
- Por la purificación DOCTRINAL: que brille la verdad del Evangelio y pueda ser auténtico faro y guía de la vida de los cristianos.
- Por la purificación LITÚRGICA: que todos, pero especialmente los sacerdotes, amemos y celebremos los sacramentos como lo ha dispuesto con sabiduría la Iglesia.
- Por la purificación MORAL: que no acostumbremos nuestro lenguaje a negociar con la mediocridad so pretexto de misericordia o discernimiento.
- Por la purificación TEOLÓGICA: que haya verdadera depuración y nueva claridad en los Seminarios y en las Facultades de Teología.
- Por la purificación DE LOS SENTIDOS: que todos practiquemos la necesaria templanza y fortaleza para no ser víctimas de las múltiples seducciones de la sensualidad en nuestro tiempo.
- Por la purificación JERÁRQUICA: que nuestros legítimos pastores hagan uso oportuno de la autoridad que han recibido de Cristo, tomando las medidas oportunas para cuidar al rebaño que le costó su Sangre a nuestro Señor.
- Por la purificación ECONÓMICA: que todos aprendamos a gastar o invertir el dinero de modo más sabio, solidario y especialmente libre de las trampas del consumismo.