Cuando se trabaja única y exclusivamente por la gloria de Dios, todo se hace con naturalidad, sencillamente, como quien tiene prisa y no puede detenerse en “mayores manifestaciones”, para no perder ese trato -irrepetible e incomparable- con el Señor.
Los santos resultan siempre “incómodos” para los demás.
¿Santos, anormales?… Ha llegado la hora de arrancar ese prejuicio. Hemos de enseñar, con la naturalidad sobrenatural de la ascética cristiana, que ni siquiera los fenómenos místicos significan anormalidad: es ésa la naturalidad de esos fenómenos…, como otros procesos psíquicos o fisiológicos tienen la suya.
Más pensamientos de San Josemaría.