ALIMENTO 20161113

Alimento del Alma
Domingo 13 de noviembre de 2016

Convento de Santo Domingo, Bogotá, COLOMBIA.
Tel. +57 (1) 249-3385

No. 9037
Cada día tiene su gracia…

 

 

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* Para el DOMINGO: Biblioteca Vaticana 179 *

Hacia una civilización del amor

a) La ayuda de la Iglesia al hombre contemporáneo

575 La sociedad contemporánea advierte y vive profusamente una nueva necesidad de sentido: « Siempre deseará el hombre saber, al menos confusamente, el sentido de su vida, de su acción y de su muerte ».1206 Resultan arduos los intentos de satisfacer las exigencias de proyectar el futuro en el nuevo contexto de las relaciones internacionales, cada vez más complejas e interdependientes, y al mismo tiempo menos ordenadas y pacíficas. La vida y la muerte de las personas parecen estar confiadas únicamente al progreso científico y tecnológico, que avanza mucho más rápidamente que la capacidad humana de establecer sus fines y evaluar sus costos. Muchos fenómenos indican, por el contrario, que « en las Naciones más ricas, los hombres, insatisfechos cada vez más por la posesión de los bienes materiales, abandonan la utopía de un paraíso perdurable aquí en la tierra. Al mismo tiempo, la humanidad entera no solamente está adquiriendo una conciencia cada día más clara de los derechos inviolables y universales de la persona humana, sino que además se esfuerza con toda clase de recursos por establecer entre los hombres relaciones mutuas más justas y adecuadas a su propia dignidad ».1207

576 A las preguntas de fondo sobre el sentido y el fin de la aventura humana, la Iglesia responde con el anuncio del Evangelio de Cristo, que rescata la dignidad de la persona humana del vaivén de las opiniones, asegurando la libertad del hombre como ninguna ley humana puede hacerlo. El Concilio Vaticano II indica que la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo consiste en ayudar a cada ser humano a descubrir en Dios el significado último de su existencia: la Iglesia sabe bien que « sólo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia plenamente con solos los alimentos terrenos ».1208 Sólo Dios, que ha creado el hombre a su imagen y lo ha redimido del pecado, puede ofrecer a los interrogantes humanos más radicales una respuesta plenamente adecuada por medio de la Revelación realizada en su Hijo hecho hombre: el Evangelio, en efecto, « anuncia y proclama la libertad de los hijos de Dios, rechaza todas las esclavitudes, que derivan en última instancia, del pecado; respeta santamente la dignidad de la conciencia y su libre decisión; advierte sin cesar que todo talento humano debe redundar en servicio de Dios y bien de la humanidad; encomienda, finalmente, a todos a la caridad de todos ».1209

b) Recomenzar desde la fe en Cristo

577 La fe en Dios y en Jesucristo ilumina los principios morales que son « el único e insustituible fundamento de estable tranquilidad en que se apoya el orden interno y externo de la vida privada y pública, que es el único que puede engendrar y salvaguardar la prosperidad de los Estados ».1210 La vida social se debe ajustar al designio divino: « La dimensión teológica se hace necesaria para interpretar y resolver los actuales problemas de la convivencia humana ».1211 Ante las graves formas de explotación y de injusticia social « se difunde y agudiza cada vez más la necesidad de una radical renovación personal y social capaz de asegurar justicia, solidaridad, honestidad y transparencia. Ciertamente es largo y fatigoso el camino que hay que recorrer; muchos y grandes son los esfuerzos por realizar para que pueda darse semejante renovación, incluso por las causas múltiples y graves que generan y favorecen las situaciones de injusticia presentes hoy en el mundo. Pero, como enseñan la experiencia y la historia de cada uno, no es difícil encontrar, al origen de estas situaciones, causas propiamente “culturales”, relacionadas con una determinada visión del hombre, de la sociedad y del mundo. En realidad, en el centro de la cuestión cultural está el sentido moral, que a su vez se fundamenta y se realiza en el sentido religioso ».1212 También en lo que respecta a la « cuestión social » se debe evitar « la ingenua convicción de que haya una fórmula mágica para los grandes desafíos de nuestro tiempo. No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una Persona y la certeza que ella nos infunde: ¡Yo estoy con vosotros! No se trata, pues, de inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradición viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en él la vida trinitaria y transformar con él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste ».1213

c) Una esperanza sólida

578 La Iglesia enseña al hombre que Dios le ofrece la posibilidad real de superar el mal y de alcanzar el bien. El Señor ha redimido al hombre, lo ha rescatado a caro precio (cf. 1 Co 6,20). El sentido y el fundamento del compromiso cristiano en el mundo derivan de esta certeza, capaz de encender la esperanza, a pesar del pecado que marca profundamente la historia humana: la promesa divina garantiza que el mundo no permanece encerrado en sí mismo, sino abierto al Reino de Dios. La Iglesia conoce los efectos del « misterio de la impiedad » (2 Ts 2,7), pero sabe también que « hay en la persona humana suficientes cualidades y energías, y hay una “bondad” fundamental (cf. Gn 1,31), porque es imagen de su Creador, puesta bajo el influjo redentor de Cristo, “cercano a todo hombre”, y porque la acción eficaz del Espíritu Santo “llena la tierra” (Sb 1,7) ».1214

579 La esperanza cristiana confiere una fuerte determinación al compromiso en campo social, infundiendo confianza en la posibilidad de construir un mundo mejor, sabiendo bien que no puede existir un « paraíso perdurable aquí en la tierra ».1215 Los cristianos, especialmente los fieles laicos, deben comportarse de tal modo que « la virtud del Evangelio brille en la vida diaria, familiar y social. Se manifiestan como hijos de la promesa en la medida en que, fuertes en la fe y en la esperanza, aprovechan el tiempo presente (cf. Ef 5,16; Col 4,5) y esperan con paciencia la gloria futura (cf. Rm 8,25). Pero no escondan esta esperanza en el interior de su alma, antes bien manifiéstenla, incluso a través de las estructuras de la vida secular, en una constante renovación y en un forcejeo con los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos (Ef 6,12) ».1216 Las motivaciones religiosas de este compromiso pueden no ser compartidas, pero las convicciones morales que se derivan de ellas constituyen un punto de encuentro entre los cristianos y todos los hombres de buena voluntad.

d) Construir la « civilización del amor »

580 La finalidad inmediata de la doctrina social es la de proponer los principios y valores que pueden afianzar una sociedad digna del hombre. Entre estos principios, el de la solidaridad en cierta medida comprende todos los demás: éste constituye « uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización social y política ».1217

Este principio está iluminado por el primado de la caridad « que es signo distintivo de los discípulos de Cristo (cf. Jn 13,35) ».1218 Jesús « nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, y, por tanto, de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor » 1219 (cf. Mt 22,40; Jn 15,12; Col 3,14; St 2,8). El comportamiento de la persona es plenamente humano cuando nace del amor, manifiesta el amor y está ordenado al amor. Esta verdad vale también en el ámbito social: es necesario que los cristianos sean testigos profundamente convencidos y sepan mostrar, con sus vidas, que el amor es la única fuerza (cf. 1 Co 12,31-14,1) que puede conducir a la perfección personal y social y mover la historia hacia el bien.

581 El amor debe estar presente y penetrar todas las relaciones sociales: 1220 especialmente aquellos que tienen el deber de proveer al bien de los pueblos « se afanen por conservar en sí mismos e inculcar en los demás, desde los más altos hasta los más humildes, la caridad, señora y reina de todas las virtudes. Ya que la ansiada solución se ha de esperar principalmente de la caridad, de la caridad cristiana entendemos, que compendia en sí toda la ley del Evangelio, y que, dispuesta en todo momento a entregarse por el bien de los demás, es el antídoto más seguro contra la insolvencia y el egoísmo del mundo ».1221 Este amor puede ser llamado « caridad social » 1222 o « caridad política » 1223 y se debe extender a todo el género humano.1224 El « amor social » 1225 se sitúa en las antípodas del egoísmo y del individualismo: sin absolutizar la vida social, como sucede en las visiones horizontalistas que se quedan en una lectura exclusivamente sociológica, no se puede olvidar que el desarrollo integral de la persona y el crecimiento social se condicionan mutuamente. El egoísmo, por tanto, es el enemigo más deletéreo de una sociedad ordenada: la historia muestra la devastación que se produce en los corazones cuando el hombre no es capaz de reconocer otro valor y otra realidad efectiva que de los bienes materiales, cuya búsqueda obsesiva sofoca e impide su capacidad de entrega.

582 Para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social —a nivel político, económico, cultural—, haciéndolo la norma constante y suprema de la acción. Si la justicia « es de por sí apta para servir de “árbitro” entre los hombres en la recíproca repartición de los bienes objetivos según una medida adecuada, el amor en cambio, y solamente el amor (también ese amor benigno que llamamos “misericordia”), es capaz de restituir el hombre a sí mismo ».1226 No se pueden regular las relaciones humanas únicamente con la medida de la justicia: « El cristiano sabe que el amor es el motivo por el cual Dios entra en relación con el hombre. Es también el amor lo que Él espera como respuesta del hombre. Por eso el amor es la forma más alta y más noble de relación de los seres humanos entre sí. El amor debe animar, pues, todos los ámbitos de la vida humana, extendiéndose igualmente al orden internacional. Sólo una humanidad en la que reine la “civilización del amor” podrá gozar de una paz auténtica y duradera ».1227 En este sentido, el Magisterio recomienda encarecidamente la solidaridad porque está en condiciones de garantizar el bien común, en cuanto favorece el desarrollo integral de las personas: la caridad « te hace ver en el prójimo a ti mismo ».1228

583 Sólo la caridad puede cambiar completamente al hombre.1229 Semejante cambio no significa anular la dimensión terrena en una espiritualidad desencarnada.1230 Quien piensa conformarse a la virtud sobrenatural del amor sin tener en cuenta su correspondiente fundamento natural, que incluye los deberes de la justicia, se engaña a sí mismo: « La caridad representa el mayor mandamiento social. Respeta al otro y sus derechos. Exige la práctica de la justicia y es la única que nos hace capaces de ésta. Inspira una vida de entrega de sí mismo: “Quien intente guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará” (Lc 17,33) ».1231 Pero la caridad tampoco se puede agotar en la dimensión terrena de las relaciones humanas y sociales, porque toda su eficacia deriva de la referencia a Dios: « En la tarde de esta vida, compareceré delante ti con las manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo… ».1232

NOTAS para esta sección

1206Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 41: AAS 58 (1966) 1059.

1207Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 451.

1208Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 41: AAS 58 (1966) 1059.

1209Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 41: AAS 58 (1966) 1059- 1060.

1210Pío XII, Carta enc. Summi Pontificatus: AAS 31 (1939) 425.

1211Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 55: AAS 83 (1991) 860-861.

1212Juan Pablo II, Carta enc. Veritatis splendor, 98: AAS 85 (1993) 1210; cf. Id., Carta enc. Centesimus annus, 24: AAS 83 (1991) 821-822.

1213Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 29: AAS 93 (2001) 285.

1214Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 47: AAS 80 (1988) 580.

1215Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 451.

1216Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 35: AAS 57 (1965) 40.

1217Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 10: AAS 83 (1991) 805-806.

1218Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 40: AAS 80 (1988) 568.

1219Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 38: AAS 58 (1966) 1055- 1056; cf. Id., Const. dogm. Lumen gentium, 42: AAS 57 (1965) 47-48; Catecismo de la Iglesia Católica, 826.

1220Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1889.

1221León XIII, Carta enc. Rerum novarum: Acta Leonis XIII, 11 (1892) 143; cf. Benedicto XV, Carta enc. Pacem Dei: AAS 12 (1920) 215.

1222Cf. Sto. Tomás de Aquino, QD De caritate, a. 9, c; Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 206-207; Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 410; Pablo VI, Discurso en la sede de la FAO (16 de noviembre de 1970), 11: AAS 62 (1970) 837-838; Juan Pablo II, Discurso a los Miembros de la Pontificia Comisión « Iustitia et Pax » (9 de febrero de 1980), 7: AAS 72 (1980) 187.

1223Cf. Pablo VI, Carta ap. Octogesima adveniens, 46: AAS 63 (1971) 433-435.

1224Cf. Concilio Vaticano II, Decr. Apostolicam actuositatem, 8: AAS 58 (1966) 844-845; Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 44: AAS 59 (1967) 279; Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 42: AAS 81 (1989) 472-476; Catecismo de la Iglesia Católica, 1939.

1225Juan Pablo II, Carta enc. Redemptor hominis,15: AAS 71 (1979) 288.

1226Juan Pablo II, Carta enc. Dives in misericordia, 14: AAS 72 (1980) 1223.

1227Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004, 10: AAS 96 (2004) 121; cf. Id., Carta enc. Dives in misericordia, 14: AAS 72 (1980) 1224; Catecismo de la Iglesia Católica, 2212.

1228San Juan Crisóstomo, Homilia De perfecta caritate, I, 2: PG 56, 281-282.

1229Cf. Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 49-51: AAS 93 (2001) 302-304.

1230Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 5: AAS 83 (1991) 798-800.

1231Catecismo de la Iglesia Católica, 1889.

1232Sta. Teresa del Niño Jesús, Ofrenda de mí misma como víctima de holocausto al amor misericordioso de Dios. Oraciones: Obras Completas, Editorial Monte Carmelo, Burgos 1998, p. 758, citado en: Catecismo de la Iglesia Católica, 2011.


Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Fr. Nelson M.
amigos@fraynelson.com

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La Foto de Hoy


La tormenta pasa; la vida vence.

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Santo del Día

San Diego, Hermano Lego.-

Nació en España en el año 1400. Admitido como religioso franciscano y pese a haber hecho pocos estudios, era muy iluminado para dar respuestas en temas espirituales, sobre todo en los más difíciles.

Enviado a las Islas Canarias para ser misionero, logró la conversión de muchos paganos y no permitió que los colonos esclavizaran a los nativos.

Por tales labores apostólicas, lo nombraron Superior de la comunidad, siendo San Diego tan sólo un hermano lego que sin embargo desempeñó a cabalidad dicha función.

Durante los últimos años de su vida, pasaba días enteros dedicados a la oración. Al ver un crucifijo, quedaba en éxtasis.

Su amor por la Virgen Santísima era inmenso. Ungiendo a los enfermos con un poco de aceite de la lámpara del altar de la Virgen, éstos se curaban.

Murió el 12 de noviembre del año 1463, y en su sepulcro se obraron muchos milagros. Fue canonizado en 1588.

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Cumpleaños

Fray Domingo María Lozano C., O.P..- Barranquilla, Colombia

Fray Germán Buitrago Zuluaga, O.P..- Chiquinquirá, Colombia

Micka Roudaut .- Paris, France

Janeth Vejarano Gonzales.- Santa Cruz de la Sierra, Bolivia – Que Dios te bendiga querida hermana.

Alcira Muñoz Macías.- Bucaramanga, Colombia (1952) – Que Dios te bendiga y te conserve siempre. felicidades.

Juan Sebastián Figueroa Peñaranda.- Bucaramanga, Colombia (2005) – En sus 3 añitos la alabanza al Padre Dios y a la Virgencita de Fátima por el milagro en la vida de Juan Sebastián

Cecilia E de García.- Panamá, Panamá.

Esperanza Rueda Jordan.- Bogotá, Colombia – Fundadora Acción Católica Mariana – Colombia Soldados de Jesucristo, siervos de María Santísima, por gracia de Dios.

Juan José Bermúdez Quintero.- Envigado, Colombia (2002) – Que el Señor te bendiga en este día y te conceda felicidad en los años venideros. Te queremos mucho.

Patricia Forero.- Bogotá, Colombia – Que el Señor te bendiga siempre y te permita seguir siendo una persona tan linda y tan especial.

Luz Arlette Vega Salcedo.- Tunja-Boyacá, Colombia

[Añade otro cumpleaños]

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Bautismos
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Aniversario de Ordenación Sacerdotal
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Aniversario de Matrimonio

Victoria y Daniel Angulo.- Los Angeles, Estados Unidos

[Añade otro aniversario de matrimonio]

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Grupos, Comunidades, Congregaciones…
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Evangelización Viva para hoy y los próximos días

[Añade otro evento de evangelización: Son bienvenidas fechas futuras, por ejemplo si deseas dar a conocer algún congreso, concierto, retiro, o similares]

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Otras fechas importantes para ti
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Fallecieron en un día como hoy…

Alejandrina Consuelo Paucar Piedra de López.- Lima, Perú (2008) – Dios la tenga en su gloria y que a través de nuestro Señor Jesucristo el camino haya sido corto para llegar al Reino del Señor.

Néstor Sierra.- Barranquilla, Colombia (2008) – Estarás siempre en nuestros corazones!

María Ramona Carranza.- Bogotá, Colombia (1992) – Estás en la presencia de Dios. Un alma hermosa que nos enseño a ser buenos Católicos. Olga Yanneth

Julia.- San Juan, Puerto Rico (1978) – Por el eterno descanso de mamita.

[Añade el nombre de personas fallecidas por las que quieres que oremos]

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Enlace recomendado para este día

El Vaticano acoge una Conferencia Internacional sobre patologías raras y olvidadas

“Para una cultura de la salud acogedora y solidaria al servicio de las personas aquejadas de patologías raras y olvidadas», es el tema de la XXXI Conferencia Internacional del Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios (Pastoral de la Salud) que tendrá lugar en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano, del 10 al 12 de noviembre de 2016…” Haz click AQUÍ.

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Un poco de Humor…

Resfrío

Un señor, con mucho resfrío, llega a una farmacia de un pueblito, y le dice al dependiente:
– Vivaporru.
Y todos los presentes contestan a coro:
– ¡Viva!

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Palabra de Dios
para alimentar tu día


Ciclo C, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 33


Lecturas de la S. Biblia

Temas de las lecturas: Os iluminará un sol de justicia * El Señor llega para regir los pueblos con rectitud. * El que no trabaja, que no coma * Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

Textos para este día:

Malaquías 3, 19-20a:

Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir

-dice el Señor de los ejércitos-, y no quedará de ellos ni rama ni raíz.

Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.

Salmo 97:

Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.

Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor, que llega para regir la tierra. R.

Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud. R.

2 Tesalonicenses 3, 7-12:

Hermanos: Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie.

No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar.

Cuando vivimos con vosotros os lo mandarnos: el que no trabaja, que no coma.

Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada.

Pues a esos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.

Lucas 21, 5-19:

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: “Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.”

Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?”

Él contesto: “Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “El momento está cerca; no vayáis tras ellos.

Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.

Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.”

Luego les dijo: “Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.

Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.

Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.

Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.

Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía.

Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.”

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Homilías para escuchar

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1995/11/18 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
La realidad que nos presenta el Evangelio.

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1998/11/15 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
El amor que Dios nos tiene es el que nos va a juzgar.

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2007/11/18 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Saber transmitir nuestra fe con perseverancia, sin temor y sin violencia.

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2010/11/14 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3

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2013/11/17 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Conoce qué criterio sigue la Iglesia para establecer el final de un año litúrgico, y por supuesto el comienzo del siguiente.

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2013/11/17 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Lo que no es y lo que sí es la literatura apocalíptica, y cuál es la recomendación y mandato de Cristo al respecto.

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7

2016/11/13 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Las claves para sobrevivir en estos tiempos difíciles y en los venideros son la plena confianza en el Señor y lo mejor de nuestra perseverancia.

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Homilía para leer

Temas de las lecturas: Os iluminará un sol de justicia * El Señor llega para regir los pueblos con rectitud. * El que no trabaja, que no coma * Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

1. Un Día Grande y Terrible

1.1 A medida que llegamos al final del año litúrgico las lecturas nos invitan a reflexionar sobre el final de nuestra propia vida y también sobre el término y meta de cuanto conocemos. La imagen es muy fuerte: un día terrible, algo muy fuerte está por llegar y caerá como un lazo sobre toda la tierra.

1.2 Los católicos solemos desconfiar de ese lenguaje que más bien asociamos con la típica predicación de las sectas protestantes. El asunto se ha vuelto hasta motivo de chistes y graffitis. Es entendible, por lo demás, porque Mormones, Testigos de Jehová y una amplia variedad de Pentecostales han predicho finales inminentes sólo para después explicar por qué el gran final todavía no llega.

1.3 Hay un peligro en ese estilo protestante que pretende causar impacto leyendo las noticias de los periódicos y queriendo encontrarles siempre el versículo que “ya lo había predicho.” Pero, atención: hay también un peligro en olvidar que la Escritura tiene mucho que decir sobre la vida que llevamos y mucho más que decir sobre el destino y la eternidad de nosotros y del universo entero.

1.4 Se llama “escatología” el estudio teológico de los acontecimientos finales. Así que cabe diagnosticar escatología hipertrofiada en muchos grupos protestantes y deficiencia escatológica en la mayor parte del pueblo católico.

2. La Imagen del Fuego

2.1 Cuando se habla del desenlace de la Historia viene a la mente la imagen del fuego. La lectura del profeta Malaquías nos habla de un “horno encendido;” el evangelio, por su parte anuncia que “habrá también señales prodigiosas y terribles en el cielo.”

2.2 Lo primero aquí es anotar que el fuego cumplía en la antigüedad funciones bien diversas. Entre estas, viene al caso nombrar que sirve para purificar, que es también un modo de “discernir,” y también para destruir, que es un modo de “castigar.” En particular, las alusiones al fuego que encontramos en las lecturas de hoy van mucho más en el sentido de la dramática purificación que sufrirán los creyentes al final de la Historia humana, cuando sea inevitable que aparezca quién cree y quién no cree en Dios; quién acepta y quién rechaza su oferta de gracia.

3. ¿Y del Infierno?

3.1 Cuando el 28 de junio de 1.999 el Papa Juan Pablo II ofreció una catequesis sobre las realidades escatológicas que precisamente estamos meditando hoy, muchos medios de comunicación dijeron que ahora el Papa enseñaba que el infierno no existía. Dejemos que sean sus palabras las que nos guíen:

3.2 El infierno es algo muy diferente: es la última consecuencia del pecado mismo, que se vuelve contra quien lo ha cometido. Es la situación en que se sitúa definitivamente quien rechaza la misericordia del Padre incluso en el último instante de su vida.

3.3 Para describir esta realidad, la sagrada Escritura utiliza un lenguaje simbólico, que se precisará progresivamente. En el Antiguo Testamento, la condición de los muertos no estaba aun plenamente iluminada por la Revelación. En efecto, por lo general, se pensaba que los muertos se reunían en el sheol, un lugar de tinieblas (cf. Ez 28, 8. 31, 14; Job 10, 21 ss; 38, 17; Sal 30, 10; 88, 7.13), una fosa de la que no se puede salir (cf. Job 7, 9), un lugar en el que no es posible dar gloria a Dios (cf. Is 38, 18; Sal 6, 6).

3.4 El Nuevo Testamento proyecta nueva luz sobre la condición de los muertos, sobre todo anunciando que Cristo, con su resurrección, ha vencido la muerte y ha extendido su poder liberador también en el reino de los muertos.

3.5 Sin embargo, la redención sigue siendo un ofrecimiento de salvación que corresponde al hombre acoger con libertad. Por eso, cada uno será juzgado «de acuerdo con sus obras» (Ap 20, 13). Recurriendo a imágenes, el Nuevo Testamento presenta el lugar destinado a los obradores de iniquidad como un horno ardiente, donde «será el llanto y el rechinar de dientes» (Mt 13, 42; cf. 25, 30. 41) o como la gehenna de «fuego que no se apaga» (Mc 9, 43). Todo ello es expresado, con forma de narración, en la parábola del rico epulón, en la que se precisa que el infierno es el lugar de pena definitiva, sin posibilidad de retorno o de mitigación del dolor (cf. Lc 16, 19-31).

3.6 También el Apocalipsis representa plásticamente en un «lago de fuego» a los que no se hallan inscritos en el libro de la vida, yendo así al encuentro de una «segunda muerte» (Ap 20, 13 ss). Por consiguiente, quienes se obstinan en no abrirse al Evangelio, se predisponen a «una ruina eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2 Tes 1, 9).

3.7 Las imágenes con las que la sagrada Escritura nos presenta el infierno deben interpretarse correctamente. Expresan la completa frustración y vaciedad de una vida sin Dios. El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría. Así resume los datos de la fe sobre este tema el Catecismo de la Iglesia católica: «Morir en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno» (n. 1033).

3.8. La fe cristiana enseña que, en el riesgo del «sí» y del «no» que caracteriza la libertad de las criaturas, alguien ha dicho ya «no». Se trata de las criaturas espirituales que se rebelaron contra el amor de Dios y a las que se llama demonios (cf. concilio IV de Letrán: DS 800-801). Para nosotros, los seres humanos, esa historia resuena como una advertencia: nos exhorta continuamente a evitar la tragedia en la que desemboca el pecado y a vivir nuestra vida según el modelo de Jesús, que siempre dijo «sí» a Dios.

3.9 La condenación sigue siendo una posibilidad real, pero no nos es dado conocer, sin especial revelación divina, si los seres humanos, y cuáles, han quedado implicados efectivamente en ella. El pensamiento del infierno -y mucho menos la utilización impropia de las imágenes bíblicas- no debe crear psicosis o angustia; pero representa una exhortación necesaria y saludable a la libertad, dentro del anuncio de que Jesús resucitado ha vencido a Satanás, dándonos el Espíritu de Dios, que nos hace invocar «Abbá, Padre» (Rom 8, 15; Gál 4, 6).

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