“En primer lugar llama la atención el esfuerzo, mejor o peor fundado, del Papa por no agravar la delicada situación que vivimos, por rebajar la tensión, por intentar no quebrar aún más el precario equilibrio en que se debate el mundo. La aportación del Papa en favor de la paz es pues meritoria y de gran importancia. Pero también llama poderosamente la atención la equiparación que hace entre “violencia islámica” y “violencia católica”…”
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