La oración no es prerrogativa de frailes: es cometido de cristianos, de hombres y mujeres del mundo, que se saben hijos de Dios.
¿Católico, sin oración?… Es como un soldado sin armas.
Agradece al Señor el enorme bien que te ha otorgado, al hacerte comprender que “sólo una cosa es necesaria”. -Y, junto a la gratitud, que no falte a diario tu súplica, por los que aún no le conocen o no le han entendido.