¿Hay algún remedio, estrategia o tip que ayude a manejar la ira que brota de un resentimiento o dolor antiguo y profundo? — DD.
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Hay varias cosas que pueden hacerse:
1. Comprendamos que el resentimiento es veneno para quien lo tiene. Conservar el odio es un modo de hacerse daño a sí mismo. Perdonar, en el sentido original, que es el de “soltar,” es en primer lugar un acto de amor sano hacia uno mismo.
2. No sirve poner a pelear razón y sentimientos, al estilo de: “¡Yo no debería estar sintiendo esto!” El ser humano no tiene gobierno directo sobre los sentimientos, como quien apaga o enciende un interruptor. Dicho eso, sí puede ayudar el expresar a otra persona (que puede ser un terapista en algún caso) o decirse a sí mismo las razones específicas por las que uno se siente como se siente. Esa verbalización, ese poner en palabras, ayuda grandemente en ciertas etapas.
3. Por supuesto, una condición para que venga alivio es que, de cara al futuro, se tomen las medidas que impidan la repetición de las situaciones injustas o dolorosas. Sin una sensación de seguridad adquirida, el pánico reabre una y otra vez las antiguas heridas. Por la misma razón: allí donde hay restituciones razonables y posibles, hay que buscarlos pero no con la idea de que eso sólo, a la manera de un “desquite,” va a traer la respuesta.
4. Lo que sigue en estas sugerencias será poderosamente útil para los creyentes. Hay una oración que ayuda mucho para liberarnos del poder del pasado, y en especial del daño de personas específicas: “Señor, cumple tu voluntad en ________________” (Ahí se dice el nombre de la persona). Esa oración, que brota del Padrenuestro, ayuda mucho a abrirle la puerta a la gracia de modo que nos lave y nos desate.
5. De modo ordinario, lo que sucede entonces es esto: sólo después de bastante tiempo y de muchos ciclos con la oración mencionada, u otra parecida, la parte emocional y sentimental empieza a cambiar de aspecto, es decir, ya no tiene el mismo poder de antes. Llega un momento en que se puede recordar a esa persona desde un ángulo nuevo, y ese ángulo es: también este ser humano necesita de Dios y de su misericordia. A partir de ese descubrimiento la fuerza de la ira destructiva decrece y la batalla está prácticamente vencida.