Nuevos actos de profanación; esta vez, en Francia.
Recuerdo bien cuando empecé a predicar que venían tiempos de odio puro contra la fe. Me dijeron fanático.
Hermanos sacerdotes: no basta la sensatez; necesitamos la santa locura del amor que llegó hasta la Cruz.
¿Cuánto más estará Cristo abandonado de los que hemos dicho entregarle nuestras vidas? ¿Todavía no te duele, hermano sacerdote?
¿Es que vas a seguir diciendo que son “actos aislados” de “grupos extremistas” que padecen “trastornos patológicos o mentales”?
¿Todavía no has caído en cuenta de contra quién es esta lucha?
¿Cómo ha de ser entonces nuestra oración, nuestra vida, nuestra predicación, nuestra claridad en el mensaje para el rebaño que le costó su Sangre a Jesús?
¿Es que no ves, es que no vemos qué hora estamos viviendo?