ESCUCHA, Meditación sobre el Salmo 2

Escuela de Vida Interior, Tema 36: Meditación sobre el Salmo 2

* Texto utilizado:

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?

Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»

El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

* La Biblia nos presenta muchas de las preguntas que inquietan la mente y el corazón del cristiano. Por ejemplo: ¿por qué la bondad de Dios encuentra una respuesta tan limitada y a veces sólo hostil departe del mundo? esta pregunta se hace más aguda cuando nos damos cuenta que la oposición al amor y al plan de Dios no es un hecho aislado sino, como decimos hoy, global.

* El salmo 2 expresa esa especie de certeza y desconcierto: “¿Por qué se amotinan las naciones… contra el Señor y contra su Mesías?” Al mismo tiempo, tiene otra certeza: se trata de un “fracaso”: no importa cuánta sea la altanería humana, ello no hará que Dios quede derrotado o que su plan deje de cumplirse.

* Precisamente, la soberbia humana está en la base de la rebeldía contra Dios. La bondad de Dios es insoportable para los soberbios no porque ignoren qué es lo bueno o porque no lo necesiten sino porque todo lo que implique reconocer que Dios es Dios implica también reconocer que no somos dioses sino creaturas, y por eso, seres sujetos a Él desde lo más hondo y permanente de nuestro ser.

* La “sonrisa” de Dios que el salmo menciona es propia de la sabiduría de quien reconoce que la soberbia sólo produce ceguera y fragilidad. De hecho, cuanto más despótico es un gobierno, con tanta mayor celeridad alimenta a la oposición que un día habrá de derribarlo. La Biblia constata cómo los arrogantes simplemente se vuelven etapas en una cadena de transmisión de poderes, de imperio a imperio, sin un sentido real ni esperanza de permanencia.

* “El que habita en cielo sonríe,” porque ve el absurdo del que se cree tan grande, y en el acto de su petulancia ya se vuelve pequeño, débil y ridículo. Por eso, la “cólera de Dios,” su “ira,” más que aludir a una especie de sentimiento de Dios (que sería forzosamente pasajero) apunta a la acumulación verificable de las consecuencias de nuestros pecados, y en particular, de nuestra vanidad y arrogancia.

* Frente a toda esa prepotencia estéril se alza el reinado del Mesías, establecido por Dios mismo. Los cristianos reconocemos sin esfuerzo en esta figura a Cristo, el Señor. Lo que seguramente nos suena extraño es aquello de gobernar “con cetro de hierro.” Semejante imposición, si es realizada literalmente, pondría la Mesías en el mismo plano de todos los imperios que se imponen por la fuerza para luego ser vencidos por la fuerza.

* La revelación del Nuevo testamento es, sin embargo, clara: la verdadera fuerza de Cristo está en la Verdad que trae y en el Amor que difunde. Y por ello, por ese cimiento profundo en la verdad y en el bien, su reinado no conoce fin.

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Este tema pertenece al Capítulo 04 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 04 se está publicando aquí:

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