Hola, fray Nelson. Perdí un hermano en un accidente y quiero saber si las almas nos ven y escuchan.
Gracias estaré atento a su respuesta. — P. de T.
* * *
Los difuntos han salido de nuestra condición temporal. Los estímulos sensoriales no llegan a ellos porque esos estímulos requieren un cuerpo como el nuestro o un cuerpo glorificado que no tienen todavía. Su modo de conocer no es entonces semejante al nuestro. Lo que los difuntos ven o conocen lo conocen únicamente contemplando la sabiduría de Dios, y por tanto sólo saben de aquello que Dios les concede saber desde sí mismo, y no viéndonos directamente a nosotros como nosotros nos vemos y escuchamos unos a otros.
Eso significa que en realidad no sabemos qué saben en detalle sobre nosotros aunque por supuesto saben que existimos y que necesitamos del amor y el auxilio de Dios. En el caso de los santos sabemos que su unión con el amor y la voluntad de Dios los hace útiles intercesores, no porque necesariamente tengan conocimiento detallado de nosotros sino porque anhelan la gloria de Dios en nuestras vidas. Por eso es razonable pedir la intercesión de los santos.
Un razonamiento semejante puede suponerse para las almas del purgatorio, en cuanto no están separadas de la caridad divina. Sin embargo, es doctrina común de la Iglesia que no existe en el purgatorio una visión directa de Dios, en la “luz de la gloria” (lumen gloriae), por lo que su conocimiento debe estar seriamente limitado y probablemente ha de centrarse más en su propia condición y los límites de la caridad que tuvieron en vida. De donde hay que suponer que los difuntos que no están en la gloria celeste aún saben mucho menos de nuestro bien.
Es importante advertir que esta ignorancia nuestra sobre qué saben los difuntos no es un daño sino un bien. La idea de que los difuntos nos están viendo como desde un balcón o con una cámara trae siempre la atención de querer hablarles, y de ahí al espiritismo, no hay sino un pequeño paso. Lo sensato es: pedir la intercesión de los santos y pedir misericordia para nuestros difuntos. Y nada más.