[Retiro con la comunidad hispana de Bernardsville. Diciembre de 2014.]
Tema 4 de 6: La gran paradoja del corazón humano
* Una de las enseñanzas básicas que deja el conjunto del Antiguo Testamento es que en el corazón, en cuanto centro de nuestras convicciones y decisiones, reside la verdad del ser humano. Una verdad que tendemos a ocultar por conveniencia o por miedo. Una verdad que, sin embargo, es indispensable abrir porque de otro modo la aparente seguridad será solamente seguridad de nuestra propia prisión.
* El corazón intenta a la vez conservar su libertad y para eso se aísla, pero al aislarse, se aprisiona en su soledad. ¿Cómo intenta la gente superar esa paradoja? Hay varias soluciones falsas:
(1) El castillo. Es el nombre de aquella idea de que uno puede crear un espacio “amable,” por ejemplo, la propia familia, y luego considerar que dentro de esas cuatro paredes hay orden y felicidad mientras que el resto del universo es inhóspito, cruel e injusto. Lo malo de este enfoque es que deja sin posibilidades de completo desarrollo social a los hijos, que por necesidad saldrán un día de ese entorno “seguro;” y tampoco es bueno en este enfoque que la familia queda privada de la mayor parte de su servicio a la sociedad, sobre todo en lo que atañe a los que no tienen familias felices.
(2) El rinoceronte. Es la imagen de aquellos que consideran que pueden asumir la dureza y rudeza de la vida y que como estrategia basta con volverse resistente a toda crítica, burla o indiferencia. por supuesto, una sociedad de rinocerontes es inhóspita y conduce a la ley del más fuerte.
(3) El modelo postmoderno. Corresponde al estilo del “carpe diem.” Algo así como: disfruta el momento, pásala bien, vive y deja vivir, y luego despídete de la fiesta. El problema es que todo ello deja una profunda insatisfacción. Además, este modelo de acción tritura todo deseo de maternidad porque la maternidad es siempre camino que sobrepasa el instante y se prolonga en amor que marca la historia.
* ¿Qué hacer entonces? El corazón tiene otras rutas: las que nos mostró y abrió Jesucristo, el Ungido del Padre, con su ejemplo,plegaria y sacrificio.