Los que, dejando la acción para otros, oran y sufren, no brillarán aquí, pero ¡cómo lucirá su corona en el Reino de la Vida! -¡Bendito sea el “apostolado del sufrimiento”!
Me parece tan bien tu devoción por los primeros cristianos, que haré lo posible por fomentarla, para que ejercites -como ellos-, cada día con más entusiasmo, ese Apostolado eficaz de discreción y de confidencia.
Urge recristianizar las fiestas y costumbres populares. -Urge evitar que los espectáculos públicos se vean en esta disyuntiva: o ñoños o paganos. Pide al Señor que haya quien trabaje en esa labor de urgencia, que podemos llamar “apostolado de la diversión”.