[Predicación a un grupo de parejas, convocadas por Radio Kerigma, de Washington. Agosto de 2014.]
* ¿Qué bien particular trae Cristo a la pareja?
(1) Ante todo, hay que saber que los seres humanos reales somos imperfectos. Y la capacidad de tener paciencia, perdonar y volver a empezar no es lo que más abunda en la sociedad. Sólo el que se sabe amado, compadecido y perdonado, da el paso para ver de otra manera a los demás humanos… incluyendo su propia pareja.
(2) La presencia de Cristo nos llama a humildad, sinceridad y generosidad: tres virtudes de muy alta importancia en la convivencia como familia o como pareja. Todo brota de ese conocimiento profundo de sí mismo que sólo conoce el que ha visto de frente sus incoherencias pero también las ha visto retroceder por el poder del Redentor.
(3) La oración compartida hace bien. Preferiblemente, oración que se ciñe a las propuestas de la Iglesia, como es la Santa Misa, la Liturgia de las Horas o el Santo Rosario. Las plegarias espontáneas corren el riesgo de volverse un correo de comunicaciones indirectas, que no ayudan ni en lo humano ni en lo divino.
(4) Y no olvidar que la meta de la pareja que de verdad se ama es ayudar al otro a llegar al Cielo. El único nombre que tiene la plenitud humana es santidad en la comunión divina.