Me preguntas…, y te contesto: tu perfección está en vivir perfectamente en aquel lugar, oficio y grado en que Dios, por medio de la autoridad, te coloque.
Orad los unos por los otros. -¿Que aquél flaquea?… -¿Que el otro?… Seguid orando, sin perder la paz. -¿Que se van? ¿Que se pierden?… ¡El Señor os tiene contados desde la eternidad!
Tienes razón. -Desde la cumbre -me escribes- en todo lo que se divisa -y es un radio de muchos kilómetros-, no se percibe ni una llanura: tras de cada montaña, otra. Si en algún sitio parece suavizarse el paisaje, al levantarse la niebla, aparece una sierra que estaba oculta. Así es, así tiene que ser el horizonte de tu apostolado: es preciso atravesar el mundo. Pero no hay caminos hechos para vosotros… Los haréis, a través de las montañas, al golpe de vuestras pisadas.