¿Cómo te atreves a encarecer que te guarden el secreto…, si esta advertencia es la señal de que no has sabido guardarlo tú?
Discreción es… delicadeza. -¿No sientes una inquietud, un malestar íntimo, cuando los asuntos -nobles y corrientes- de tu familia salen del calor del hogar a la indiferencia o a la curiosidad de la plaza pública?
Calla: No olvides que tu ideal [de servicio a Cristo] es como una lucecica recién encendida. -Puede bastar un soplo para apagarla en tu corazón.
¡Qué fecundo es el silencio! -Todas las energías que me pierdes, con tus faltas de discreción, son energías que restas a la eficacia de tu trabajo. -Sé discreto.
Si fueras más discreto no te lamentarías interiormente del mal sabor de boca que te hace sufrir después de muchas de tus conversaciones.