Mi mamá lleva más de 30 años enferma de algo que le da a la cabeza y no la deja levantar; ha estado miles de veces en las clínicas y no le han dado nunca con lo que tiene. Desde que estoy en este caminar he orado mucho, he pedido oración, pero vuelve y recae… no doy más, yo vivo con ella. Me siento acongojada, siento soledad en mi corazón y necesito oración y guía espiritual.
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Los pensamientos recurrentes de tipo enfermizo, como los que tiene tu mamá, no son simplemente una enfermedad para quien los tiene sino una fuente de enfermedad para las personas que están cerca.
Eso significa que se necesitan estrategias y procedimientos psicológicos muy claros y muy fuertes para estar cerca de una persona que tiene lo que tu mamá tiene. Así como un dolor de muelas se puede mirar desde el punto de vista de la fe pero uno también va al odontólogo, así en un caso de estos es necesario que tú recibas orientación específica sobre cómo afrontar los múltiples desafíos que esto trae. No bastan consejos generales ni “remedios caseros.”
El asunto hay que tratarlo con una serie de citas, evaluando bien qué hay que hacer y qué funciona mejor. Por supuesto, que un profesional o una profesional que conozca este tipo de situaciones te atienda en una SERIE DE ENTREVISTAS implica una inversión económica pero tú te darás cuenta de que es saludable y necesario.
Los sacerdotes en general no tenemos el nivel de formación para tratar adicciones, obsesiones, dificultades de aprendizaje, o superación de estrés post-traumático. Un sacerdote, en general, te dará algunos consejos de sentido común, orará por ti, pero, lo mismo que en el caso de la muela que duele, no va a darte la respuesta que más necesitas. Quizás como una ayuda lateral un sacerdote puede hacer algún bien complementario en una situación como lo que describes.
Prefiero ser bien sincero porque es parte de buscar el mayor bien para ti.